jueves, 11 de junio de 2015

Un vaso de leche

Llevo unos meses desayunando un vaso de leche. Beber un vaso de leche no es fácil para mí, no lo ha sido desde que nací y ya me costaba agarrarme al pecho de mi madre. A ella le dio por tomar espárragos y parece que con ellos la leche se vuelve más agria. Seguí rechazando la leche cuando me la daban primero en biberón y luego en vaso. En el comedor escolar nos obligaban a beber un vaso de leche y yo cedía el mío a mi hermana que siempre ha comido mejor que yo y también ha sido más guapa, más alta y más de todo que yo. Yo ahora llevo unos meses desayunando un vaso de leche. Leo 'Distancia de rescate', de Samanta Schweblin, que gira en torno a la figura que le pone título al libro: la distancia de seguridad que una madre trata de no quebrantar para, en caso de fatalidad, poder socorrer a tiempo a su hija. Yo lo leo con un abdomen abultado al que de vez en cuando le sobreviene un golpe desde dentro. La distancia entre nosotras es apenas una capa de piel y al mismo tiempo es mucha porque todavía no te tengo. Sin embargo tomo un vaso de leche cada día por ti. La distancia de rescate llega a mí antes que tú. De momento, cada día, desayuno un vaso de leche.

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