lunes, 18 de abril de 2016

El movimiento de la tribu

El movimiento de la tribu ( El Periódico de Aragón - 16/04/2016 )

Mi hija ha aprendido a hacer la croqueta. Tenemos una colchoneta de juegos en el salón donde la echamos y ella se entretiene allí algunos ratos. El otro día la dejé en su colchoneta y me fui a la cocina un momento. Cuando volví, Carmela estaba en medio del salón, debajo de la mesa de centro y a un metro de su manta. La miré y sonrió divertida. La volví a poner en su colchoneta y me quedé a ver cómo conseguía desplazarse. Empezó a avanzar dando vueltas sobre sí misma. Boca arriba y boca abajo. Se reía cada vez que conseguía darse la vuelta, como orgullosa y feliz de haberlo conseguido. Ahora que se mueve, se lo pasa mucho mejor que cuando estaba quieta. Se toca la oreja, se agarra el pelo. Tiene sueño. Empezará a llorar en tres, dos, uno. Bingo. No sé por qué llora cuando tiene sueño. Quizá le parece que el mundo se va a acabar y le entra el disgusto. Todavía no ha aprendido a dejarse dormir sin levantarse en armas. Y tampoco sabe hacerlo sola. Necesita unos brazos que la acunen. Busca el hueco, mete la cara en el espacio que queda entre mi pecho y mi brazo, con su mano me toca la cara. Solloza cada vez con menos volumen. Se remueve si la dejo de mover. La zarandeo hasta que por fin cierra los ojos y se duerme. "Hay una teoría antropológica que explica por qué el movimiento calma a los bebés. La quietud les angustia. El balanceo indica que la tribu se mueve. Si se para, queda a merced de los depredadores". Es el nuevo libro de mi compañero Sergio del Molino, La España vacía. Viaje por un país que nunca fue. Tengo la suerte de ser amiga de uno de mis escritores favoritos. El libro es maravilloso en todas sus páginas y la frase que cito no es la más representativa de lo que ahí se cuenta. Leo el libro con una mano mientras zarandeo a mi hija con la otra. Se tranquiliza con el balanceo que le da protección y la lleva al sueño. La maternidad es movimiento porque la vida también lo es. Si no nos movemos, estamos a merced de los depredadores.

Dos madres vascas recogen dos mil mochilas portabebés para enviar a los refugiados sirios. Quieren que las madres y padres puedan llevar a sus hijos encima y poder tener las manos libres para portear sus enseres. Para que salgan de la nada aunque no tengan un dónde que les acoja. ¿Cuál es el plan? ¿Trasladar a los refugiados de campo en campo, de encierro en encierro, hasta que se mueran? Marchar tiene siete acepciones. La primera es irse o partir de un lugar y la última es morir. Entre una y otra, varias posibilidades de moverse. Fíjate que los que mandan en la tribu sólo quieren dejarles quietos en vidas varadas. Hay depredadores que se llaman país. Una bandera no construye una casa. No puedes hablar de los refugiados en todos los artículos, ¿es que hay otro tema? Sigo con la lectura del libro de Sergio. Patrias imaginarias que se levantan "sobre silencios, carraspeos y álbumes de familia. Más que una patria es un aire". Carmela se despierta.

lunes, 4 de abril de 2016

Contrarios

Contrarios ( El Periódico de Aragón - 02/04/2016 )

Ha llovido también en mis zapatos y me molesta la humedad aunque solo tengo los pies mojados un rato. Imagina todo un invierno de frío y barro. Un ministro que dice que las expulsiones colectivas de migrantes tratan a seres humanos como maletas. Suelta esa frase pero el gobierno del que forma parte rechaza acabar con las devoluciones en caliente. Una niña siria corta con un cuchillo de plástico la alambrada que la retiene en la nada. Piensa en tu parto. Una cama. Material esterilizado. Anestesia. La matrona. Desinfectar. Coserte. Curarte los puntos. Comprobar que el recién nacido esté bien. Volverte a situar en una cama de una habitación limpia y caliente. Ahora piensa en parir sin nada de eso. Piensa en ver pasar los días, uno tras otro, con la única actividad de resistir y pelear por tu ración de comida. Sin nada qué hacer, sin nada por lo que levantarte. La vida detenida y enjaulada. El no derecho a vivir.

UN SEÑOR SUFRE un accidente de coche. Es el líder de un partido neonazi alemán, que encabeza marchas xenófobas acusando de enemigos a los refugiados. Dos refugiados sirios le socorren antes de que lleguen los bomberos. Los invasores velando por su vida. Un turista se hace una foto con el secuestrador del avión egipcio. El primero aparece con el falso cinturón de explosivos, el segundo con una sonrisa idiota en la cara. ¿Quién te asusta más? Atentado en Bruselas. El horror ocupa mucho espacio en los medios de comunicación. Es Europa, nos toca de cerca. Podíamos haber sido nosotros. Casi. El casi siempre actúa de aderezo escénico a una historia. Relatos de personas que iban a estar en el lugar de los atentados y se salvaron por poco. Perdieron el metro, se olvidaron el teléfono en casa, se quedaron dormidos. Atentado en un parque de Pakistán. Mueren más personas que en Bruselas pero ocupa menos páginas. Muchas de las víctimas son niños, pero son otros niños, no los nuestros. Los nuestros y los otros. Lo que te pilla cerca te toca de otra manera, vale, pero la lejanía no tendría que ser motivo para reducir la tragedia. Como si el drama fuera menor cuando se distancia de tu casa, de tu territorio, de tu idioma, de tu cultura.

Dos señoras muy arregladas, como solo van las señoras que viven en edificios con maceteros en los portales de los centros de las ciudades, esas señoras hablaban de los inmigrantes chinos. Son una plaga, decían, lo están ocupando todo. Estaban muy molestas porque ellos abrían negocios mientras los españoles cerraban los suyos. No hay derecho. Te dejo, que me meto a la peluquería. Era una peluquería regentada por ciudadanos chinos. Es barata y abre un Jueves Santo. Peinarse como Dios manda bien vale llevarse la contraria. Queremos parar el terrorismo dejando sin nada a los que huyen de él. Si se les quita todo, solo les queda violencia. Campos de refugiados que se convierten en centros de detención. El miedo. Todos son malos. ¿Para qué Europa si no es capaz de remendar costuras? El barro sólo tendría que ser para rellenar grietas.