martes, 23 de junio de 2015

Hasta luego

Hasta pronto ( El Periódico de Aragón - 20/06/2015 )

Hace tres años y medio que me colé en el hueco de estas páginas y he estado ocupando esta columna de opinión de manera ininterrumpida un sábado de cada dos. 3.000 caracteres ha sido la superficie de este piso de alquiler. Me han dejado arrendarlo con total libertad. Me he esforzado en mancharlo mucho porque he querido que la tinta dejara pasar el relato de muchas de las cosas que nos han estropeado la vida durante estos años. Lo hemos pasado mal y me ha resultado muy difícil que la angustia no tiznara las letras. También me he dejado llevar por lo que me ha entusiasmado y me he enredado en el chiste. Puede que haya escrito cosas que me hagan dimitir de todos mis cargos antes incluso de que me los ofrezcan.

TECLEO desde el estómago y esa es una militancia que no ayuda a hacer carrera política. He tratado de no tomarme en serio. Quizás, para muchas personas, todo lo escrito no haya significado nada. Para mi abuelo cada artículo ha sido mejor que el anterior. A mi madre no le ha gustado casi ninguno. Estoy agradecida a mucha gente que ha dedicado sus minutos a leerme. Sé que en algunos casos se ha debido al cariño que tenían a mi persona y no a mis textos publicados.

Confío en que alguien se haya acercado a mis artículos sin el condicionante de quererme. En cualquier caso, si tengo que elegir, prefiero que me quieran a que me lean. No he creído representar a nadie porque ya me cuesta llevar la carga de mi propio cuerpo. Me ha hecho ilusión cuando alguien se ha sentido identificado con algo de lo que yo he relatado. Me han llegado comentarios muy bonitos, he sentido algo de vergüenza, mucha calidez y he querido tejerme una manta con ellos y meterme debajo.

TAMBIÉN HE TENIDO comentarios duros y me han hecho pensar si lo estaba haciendo muy mal o muy bien. Si tengo algún estilo, podría ser el de escritura de casquería. Me dolería no haber provocado ninguna emoción. No he tratado de contar la realidad sino de mirarla desde mí, torcerle el morro o darle un beso en la boca. Me gustaría creer que escribo algo mejor que cuando empecé a hacerlo aquí. No me gusta pensar que me he acomodado en la escritura de esta columna. Me he cabreado mucho conmigo cuando he sentido que me plagiaba a mí misma. Quizás por eso tengo que salir de estas cuatro paredes escritas. Perderme en un texto sin márgenes o callarme. Tender mi piel y darle aire a todas las palabras que la forman. Descansar de mí en este espacio para no quedarme reducida a una columna que se repite. Seguir escribiendo desde dentro y ahora con un adentro mucho más grande y más vivo.

Espero volver en unos meses a este hueco y seguir escribiendo soltando un poco de mí sin quedarme yo sin nada. Puede que este espacio lo ocupe alguien que tenga mucho más que contar y que además lo cuente mejor. Entonces yo me quedaré a oscuras pero no quieta. Buscaré otra grieta por la que colarme y me sentaré a escribir. Disfrutad de mi ausencia, será breve. Hasta pronto.

jueves, 11 de junio de 2015

Un vaso de leche

Llevo unos meses desayunando un vaso de leche. Beber un vaso de leche no es fácil para mí, no lo ha sido desde que nací y ya me costaba agarrarme al pecho de mi madre. A ella le dio por tomar espárragos y parece que con ellos la leche se vuelve más agria. Seguí rechazando la leche cuando me la daban primero en biberón y luego en vaso. En el comedor escolar nos obligaban a beber un vaso de leche y yo cedía el mío a mi hermana que siempre ha comido mejor que yo y también ha sido más guapa, más alta y más de todo que yo. Yo ahora llevo unos meses desayunando un vaso de leche. Leo 'Distancia de rescate', de Samanta Schweblin, que gira en torno a la figura que le pone título al libro: la distancia de seguridad que una madre trata de no quebrantar para, en caso de fatalidad, poder socorrer a tiempo a su hija. Yo lo leo con un abdomen abultado al que de vez en cuando le sobreviene un golpe desde dentro. La distancia entre nosotras es apenas una capa de piel y al mismo tiempo es mucha porque todavía no te tengo. Sin embargo tomo un vaso de leche cada día por ti. La distancia de rescate llega a mí antes que tú. De momento, cada día, desayuno un vaso de leche.

lunes, 8 de junio de 2015

A los que pierden

A los que pierden ( El Periódico de Aragón - 06/06/2015 )

Tuve una infancia vacía de victorias. Mi padre jamás me dejó ganar si jugábamos a algún juego de mesa. Cuando mi hermana y yo éramos pequeñas, mi madre se cabreaba con él porque jugaba al parchís como si se hubiera apostado la vida y no cedía a facilitarnos que le comiéramos de vez en cuando alguna ficha. Él pensaba que si ganábamos, tenía que ser por nuestro empeño y suerte y no por el fallo intencionado de los demás parra darnos el triunfo. Como si la gloria se pudiera ceder como quien cede el asiento en el autobús. Nunca supe a qué sabía ganar así que aprendí a vivir con la frustración de no conseguir siempre lo que se quiere. Yo todavía pertenezco a una generación que creció sin aire acondicionado en los viajes infinitos en coche, sin suelo blando en los parques y sin trofeos para todos los participantes. Creo que la única medalla de una competición que tengo la conseguí por cambiársela a un niño por un taco de cromos repetidos. Me asusta cuando algo me sale bien porque me pilla con el cuerpo desacostumbrado al éxito. A la explosión controlada del éxito que se puede tener si te eligen para un puesto de trabajo, sale un proyecto que te entusiasma o te felicitan por algo que has hecho. Conquistas pequeñas que te proporcionan tanta alegría que te da miedo. Como si pensaras que el equilibrio cósmico no permite que el júbilo dure por mucho tiempo y cuando lo tocas, alguna tragedia te está acechando en la próxima partida. Imagino que no ser una privilegiada también es esto. Sé que es diferente acumular derrotas a saber deambular por ellas. Desde aquí mando un saludo cariñoso para todos los coaches y expertos en modelarte para que asumas las claves del éxito. Lo más útil que se puede hacer con sus lecciones es fabricarse un cepillo de púas gruesas con el que rascarse la espalda. Al otro lado están los discursos de aceptar el fracaso que huelen a fritanga con el aceite recalentado. Creo que el esfuerzo no está tanto en conseguir triunfar ni aprender del error como en ser consciente que es mucho más habitual que la vida no te coloque permanentemente subida al podio en todo. Y hay gente que no ha aprendido que hay mundo más allá de salirse siempre con la suya. Mira a Esperanza Aguirre. Los resultados de las elecciones le han dejado el gesto mucho más torcido que el que le viene dado de serie. A Aguirre se le ha quedado la cara de la niña a la que han elegido la última para formar equipo en los juegos del colegio. Y no ha podido llevarse la pelota con el argumento de que era suya. Como su costumbre es ajena a la mortalidad de perder, se ha enfadado con el tablero. Ese es el problema de cómo ha ejercido el poder, pensando que nunca podría perderlo. Educar en la conquista permanente hace que gestiones el éxito como si fuera un club privado. Tu espacio y el de los tuyos. Por eso te embruteces cuando el espejo no te dice que eres la más guapa. Es un no, es para ti, ponte cómoda. Gracias, papá, por no dejarme ganar nunca.

lunes, 25 de mayo de 2015

La espera

La espera ( El Periódico de Aragón - 23/05/2015 )

Estoy tumbada en la camilla. Desnuda de cintura para abajo. Últimamente no hago otra cosa que desnudarme de cintura para abajo. El gel frío en el vientre y la máquina que enseña mis entrañas en una pantalla. La persona de la bata blanca aprieta el aparato contra mi abdomen y mira su monitor sin decir nada. Intentas averiguar algo a través de sus muecas pero no lo consigues. Te envuelve la necesidad de que te diga que todo está bien pero sientes los nervios como si te atravesara un rayo. O mejor dicho, como si tu propio cuerpo fuera un rayo eléctrico. En mitad del temblor quieres que tu cabeza se aleje de esta tormenta inquieta para que no te queme la piel. Piensas en el resultado de las elecciones y en que te importa menos y al mismo tiempo te importa todo. El futuro es una palabra que ahora la escribes con más intensidad. Como si los trazos de cada letra se imprimieran con tus células. Yo pensaba en política en el mismo instante en que noté un movimiento que venía desde el útero. Es la vida que empuja desde dentro. Todavía la puedo proteger guardándola en mi interior y pienso si no sería capaz de hacer cualquier cosa para llevarla siempre conmigo. Incluso meterla en una maleta. Lo más cerca que he estado de viajar ilegalmente ha sido cuando mi abuela me hacía decir que tenía menos años de los que tenía al entrar en el autobús. Me siento frívola al relacionar unas cosas con otras. Pienso que soy una afortunada y pese a todo sigo tiritando de frío por nada muchas veces. No tener derecho a quejarte. Estar bien dentro de lo que cabe. ¿De lo que cabe dónde? A mí ahora me cabe mucho más que antes y sin embargo estoy menos vacía. Lo que tengo dentro es una vida del tamaño de una berenjena y también miedo. El miedo no sé cuánto ocupa. Los miedos que he tenido a lo largo de los años se han colocado en fila para construir mi historia. Y al mirarlos ahora no reconozco ninguno con el que comparar el que siento en este momento. Es el miedo desconocido de lo que vendrá. Y no tengo la respuesta al cómo hacer. Imagino que de eso se trata, de irlo descubriendo. Las hormonas se apelotonan en los lagrimales y tengo que cambiar de tema. ¿Hasta dónde me van a crecer las tetas? Yo no tenía esta pelusilla en la tripa. Con lo fácil que sería poner un huevo. Tengo tanta ilusión que se me han ensanchado las caderas para poder hacerle espacio. La espera a mí me sabe a pepinillos rellenos de atún y a helado. El dolor de cabeza y de piernas. Conseguir tener conversaciones más allá de esto cuando esto ha colonizado todo tu organismo. Yo pensaba que seguía siendo la misma hasta que me fui a sentar en el suelo y comprobé cómo todo era ya distinto. Soy otra. Cojo la mano que me sostiene para recordarme que hay más cuerpos aparte del mío. Se siente desde diferentes ángulos. Observa cómo se mueve. Escucha el latido. Esa es la mirada que estaba buscando, la de todo irá bien. Tu sonrisa. Es una niña.

Lo malo que nos pasa

Lo malo que nos pasa ( El Periódico de Aragón - 09/05/2015 )

Puede que en estos momentos esté cayendo sobre nosotros la nave rusa que se acercaba sin control a la Tierra. Dejo escrito este artículo el jueves y se lee el sábado. Hay dos días de espacio temporal en el que coloco mis palabras como un chicle pegado debajo del pupitre sin saber si seguirán ahí cuando vaya a por ellas o habrán sido destruidas por los restos de titanio y acero inoxidable de un transbordador espacial. Qué imagen tan poética, la de unas palabras destruidas por la fuerza descontrolada de unos fragmentos cósmicos. "Lo malo que nos pasa es por salir de casa", dice Francisco Nixon en su último disco. Pero a veces lo malo se construye una casa y se queda a vivir en nuestros adentros. Cuando alguien me dice que la procesión se lleva por dentro me imagino que su cuerpo se ha tragado una procesión entera con sus mantillas, capirotes y su santo cargado sobre los hombros. Yo ahora, por ejemplo, tengo dentro una terraza en verano, una delegación de Hacienda, la fila de un supermercado en hora punta y la primera línea de playa en agosto. Todo esto serían versiones laicas de llevar en el interior una procesión.

En estos momentos tengo más espacio en el cuerpo, tanto que incluso me han cedido el asiento en el tranvía, así que también me cabe la sala de espera de las urgencias en un hospital público. Lo tengo todo en compartimentos, para que no se mezcle. Cuando se altera tu centro de equilibro, se te recoloca la vida en cada centímetro cuadrado de tu piel. Es tu particular cambio de armarios. Andas diferente porque lo que te mueve es distinto. La gravedad te sujeta los pasos aunque las piernas sientan más el peso. Y luego está lo grave, que imagino que será cuando el desequilibrio te altera tanto que ya no encuentras tu eje ni eres capaz de controlar tus movimientos. El Partido Aragonés ha hecho público el código ético de su candidatura al Ayuntamiento de Zaragoza en el que describen "los valores y principios que cumplen y se comprometen a cumplir en el ejercicio de la política" y que al mismo tiempo "son las razones por las que están en ella". Qué bonito, piensas, hasta que lo lees. Lo que para ellos es ético en el ejercicio de la política es emocionarse al escuchar una jota, ver Aragón Televisión y alegrarse por las victorias del deporte zaragozano. Si intentamos imaginarlo como chiste, no nos queda tan gracioso. La alergia primaveral está siendo mucho más intensa en esta primavera, será por las elecciones que nos alteran el cuerpo y las conversaciones. Estamos más agitados y torpes. Europa avala que las personas homosexuales no puedan donar sangre. Ahora también me he metido a Bruselas entre pecho y espalda y me está dando ardores. La idiotez nos asalta. Y la declaración de la renta también. Más inversión en ciencia y menos encuestas de intención de voto. Y nos esperan los debates. Sólo nos queda confiar en la que la nave rusa haya caído en algo de lo malo que nos pasa.

jueves, 30 de abril de 2015

Todo forma parte de lo mismo

Todo forma parte de lo mismo ( El Periódico de Aragón - 25/04/2015 )

Era muy difícil ser niña en los años 90. El chándal de Táctel todavía era peor cuando la superficie remendada a base de rodilleras era mayor que la libre de roturas. Los parques no tenían suelos blandos. Las meriendas eran de chorizo, mortadela o paté del barato. El tiempo era elástico. El plato que me habían puesto en la comida todavía me duraba para la cena. Aprovechamiento de recursos. Aunque la verdadera sala de torturas se llamaba comedor escolar. Nuestro descubrimiento de América fue la creación de las televisiones privadas. Mi cuerpo todavía era demasiado pequeño para saberse feminista así que no tenía reparos en aprenderse la canción y la coreografía de las Mama Chicho, producto estrella de la tele de entonces y bandera de unos tiempos de luz, color y bien de tetas. Se nos mantenía entretenidos con Jesús Gil en un jacuzzi rodeado de chicas en biquini mientras en los despachos se gobernaba a golpe de política de mus. Envido más. Grande. Juego. Quiero. Para atenazarnos ya estaba la crisis y la cifra del paro. Las hadas se dieron a la droga. Dijeron que Miguel Bosé se había muerto de sida y por poco le hicieron salir con un periódico del día como prueba de vida. A mí me entró angustia por si me contagiaba y pensé que lo había hecho porque le había dado un beso a un chico en la boca. Con diez años hice mi primer testamento. Le cedía todos los juguetes a mi hermana y pedía que me enterraran con el edredón de Los Pitufos. Me gustaba mucho y no quería pasar frío. A Mario Conde no se le movió el peinado ni cuando lo zarandearon para que se le cayera lo que se había metido en el bolsillo. Dejó de estar de moda la gomina. Mariano Rubio mandaba en los dineros del Banco de España y se guardaba los suyos en una cuenta opaca. Fue a la cárcel pero salió a petición de Mariano Fernández Bermejo, ¿no te suena? Ministro de Justicia con Zapatero. Todo forma parte de lo mismo. Y Filesa y Rumasa y KIO y Malaya. Y esas niñas que fuimos empezamos a usar sujetador y nos vino la regla. Ni siquiera quemamos la ingenuidad en los primeros cigarrillos porque la habíamos gastado viendo telediarios. Y luego llegaron Gescartera y el Caso del Lino y el de Tabacalera. Crecimos con gobernantes que nos iban dando lecciones mientras se les caían las palabras a cada paso. Sabían por dónde habían venido porque las mentiras tienen rastro. Pero a nosotras nos dejaron los caminos manchados. Nos permitieron estudiar en la universidad para que oliéramos lo que era la igualdad de oportunidades y de ahí a la nada. El mercado laboral es un queso con agujeros y a nosotras nos tocó hundirnos en ellos. Y llegamos a la Gürtel y al caso Nóos y el Millet y los EREs y la Púnica y Bárcenas y Caja Madrid y Rato. El escepticismo es la primera de las líneas de expresión de nuestras caras. No hemos conocido otra cosa que una vida en la que nos han tratado como idiotas. Por cierto, El Bigotes era el mánager de las Mama Chicho.

domingo, 12 de abril de 2015

Asusta el deshielo de nuestra historia

Asusta el deshielo de nuestra historia ( El Periódico de Aragón - 11/04/2015 )

Seleccionemos un día al vuelo, hoy, por ejemplo. ¿Con qué palabras se retratará lo que nos está pasando cuando haya pasado todo?

La Iglesia no sabe qué hacer para evitar el desplome de su financiación. Demasiadas pocas cruces en su casilla de la renta. El dinero que aportan los católicos no para de descender desde hace cuatro años. Y tú dirás, oye, está bien que la Iglesia se preocupe por no tener dineros suficientes para acabar con la pobreza. Del presupuesto en 2012 de Cáritas, la entidad que canaliza la obra social de la Iglesia, sólo un 3% era la aportación que realizaba la Conferencia Episcopal a su actividad. Europa Laica cifra en 11.000 millones de euros la cantidad que el Estado aporta a la Iglesia católica. Y luego están las exenciones de IBI y los profesores de religión en los colegios públicos que religiosamente paga el Estado y no la Iglesia. ¿Qué carajo hace la Iglesia con tanto dinero si no lo dedica a su obra social? Ponerle un ático a Rouco Varela, claro. Esta semana ya no somos especialistas en vuelos y condiciones de seguridad de los aviones pero de repente nos hemos titulado en espeleología y rescates de montaña. La presidenta del Gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, reina de la austeridad, ha decidido invertir miles de euros en campañas publicitarias en varios medios de comunicación que, curiosamente, luego han dedicado sus espacios a entrevistarla en portada. Pero que nadie piense que hay relación causa-efecto, no, como no la hay en que los recortes provocan la saturación de las urgencias en los hospitales públicos. Es sólo que nos gusta estar apelotonados en los pasillos. La crisis se paga en las sonrisas. Las bocas de la gente se han resentido durante estos años y nuestras risas están pagando este abandono forzoso de la salud dental. Otros titulares: El problema es que en el PP nadie habla porque han expulsado a cualquiera que piense por sí mismo. El PSOE intenta aparentar normalidad ante la declaración de Griñán en el Supremo. El número dos de IU de Madrid también cobró de Bankia con Blesa y Rato. Ochocientos euros por jornadas de diez horas instalando internet. Madrid adjudicó a un primo político de Aguirre un proyecto para hacer un centro hípico y hotelero. La defensa de la infanta alega que ella no tuvo tiempo ni conocimientos para defraudar. El Telediario de TVE censura a Mortadelo y Filemón para no hablar de Bárcenas. La Tierra chocó contra un planeta gemelo para crear la Luna. Todo eso. Tú montas un partido para poder mandar y se te llena de gente que se ofusca con hacer política. Pobre Rosa Díez, con la ilusión que le pone a dirigir, aunque sea hacia el desastre. Y Toni Cantó amenaza con volver al teatro. Lo que le están haciendo a la cultura en este país no tiene nombre.

"Del deshielo de la cumbre de nuestra historia, te digo ya que habrá verdades tenebrosas". Eso dice Ricardo Vicente en su canción La balada de Fran y Richi. Verás el deshielo que nos espera.

domingo, 5 de abril de 2015

Presentando a José Luis Cuerda


Dónde ponerse

Dónde ponerse ( El Periódico de Aragón - 28/03/2015 )

Creo que mi primer acercamiento a la política se produjo cuando nació mi hermana. Pasé de tener el poder a tener que compartirlo y competir para no perderlo. Ser la mayor te convierte en una superviviente y aprendes a leer al mismo tiempo que te instruyes en corrupciones, chantajes y negociaciones. Yo me acuerdo que en el colegio siempre me faltaba saber un dato en los enunciados de los problemas que planteaban un reparto de elementos entre fulanita y su hermana. Me parecía muy precipitado sacar conclusiones sin saber quién era la hermana mayor. No he hecho un estudio muy riguroso pero seguro que la mayor parte de las personas que se dedican a la política son hermanos mayores. En la carrera a las primarias del cariño de mis padres intentaba hablar mucho con ellos. Hacer pasillos, vaya. Recuerdo ver en la televisión a Bush y a Clinton disputándose las elecciones en Estados Unidos y preguntarle a mi padre con quiénes íbamos nosotros, si con los demócratas o con los republicanos. Mi padre me dijo que allí no había buenos y malos sino malos y menos malos y nosotros íbamos con los segundos, que eran los demócratas. Yo no entendía cómo aquí éramos más de los republicanos que de los otros y allí más de los otros que de los republicanos. Las palabras no siempre significan lo mismo. En la vida hay unos y hay otros. Todo eso también lo aprendí de la política. No tengo carné de partido ni me han elegido nunca para un puesto en una institución. Por no ser no he sido ni presidenta de mi escalera y mi única motivación para casarme es traspasar el mandato a mi marido cuando me llegue el turno de la presidencia. No me he dedicado a la política pero jamás he pensado que la política me fuera ajena porque siempre me he sentido dentro de ella. Y nunca he podido evitar seguir las informaciones de una noche electoral. Incluso cuando el enfado con las formas de hacer política ha sido tan grande que me trataba de convencer de la necesidad de alejarme. Pese a las retransmisiones estrafalarias, los comentarios idiotas o la suciedad informativa que manchaba cualquier análisis. Si hay unas elecciones, ahí está mi cuerpo. Ya sean las de Grecia o las de Andalucía. Soy una yonqui. Y pese a serlo la droga todavía no ha colonizado todas las células de mi cuerpo. No me ha dado por pasar a la acción porque todavía estoy tratando de gobernarme a mí misma. Nos esperan emociones fuertes. Vamos a tener un año de ruta del bakalao electoral. Espero que las resacas nos dejen alguna alegría. Que no ganen los de siempre siempre. Que nos gobierne buena gente que se preocupe de verdad por la política y no sólo por conseguir lo suyo. Espero que la política me haga alguna grieta en mi piel escéptica y confío en llegar a saber quiénes son los nuestros. No sé dónde ponerme. Con lo bonito que sería tener una columna de sociedad y andar por estas letras sólo comentando los eventos llenos de glamour. No tengo remedio.

domingo, 15 de marzo de 2015

Una cabaña en la ciudad


Una cabaña en la ciudad ( El Periódico de Aragón - 14/03/2015 )

Sin personaje no hay historia y yo hoy tengo huecos los protagonismos. Se me han quedado las palabras vacías como los locales de las calles del centro. Los alquileres de esta ciudad son de clase preferente y sin embargo nuestras vidas viajan en turista. A veces pienso que el paisaje de tiendas con el que he crecido sólo será memoria cuando le cuente a mis hijos cómo era la ciudad cuando yo era una niña. Del mismo modo que sentía que la ciudad de mis abuelos sólo era para mí un relato y para ellos un recuerdo. Me da pena encontrarme con una ciudad distinta a la mía aunque sea la misma y me da rabia que todas las ciudades pierdan su esencia y lleguen a ser tan parecidas en su horizonte de multinacionales. Quiero hablar más con la gente a la que quiero y que una amiga me diga que su librería seguirá en su viejo local de renta antigua. No sé si mi voz tiene un problema. Una conocida escritora comenta en la radio que ha descubierto el contexto y que las noticias se lucen mucho más cuando se explican. Yo voy donde me llevan. Todo fluye. Las personas de bien nos hemos asomado al río para ver su fiereza y la desproporción de sus hechuras. Nos ha impresionado su capacidad destructora y hemos lamentado los daños que su desbordamiento ha producido. Los representantes políticos han venido para interesarse por la situación de los municipios afectados. Su vocación de servicio público es casi tan útil como nuestra curiosidad. El desastre en la gestión de la crecida no ha sido responsabilidad de nadie. Los pies sin barro no dejan huella. Eso lo saben todos los que han tenido el fango dentro de sus casas. Leo que en el mundo se produce un suicidio cada cuarenta segundos. La calle huele a mierda estos días para recordarnos que nuestras vidas no mejoran aunque llegue el buen tiempo. Alguien enseña unas fotos de un ministro griego comiendo y riéndose y le acusa de no ser un verdadero ciudadano de izquierdas. Se ve que la pureza ideológica es incompatible con la risa. ¿El vestido lo ves azul y negro o blanco y dorado? Se muere el señor que contaba que unas chicas le echaron "droga en el colacao" y yo me pregunto qué tipo de mecanismo cerebral hace que me acuerde nítidamente de esto y no sea capaz de memorizar un número de teléfono. Dar abasto va junto, veo que recuerda la Fundéu en su admirable cruzada para que escribamos correctamente. Claro, abasto va junto porque así nos vienen las cosas, amontononadas, y no podemos con ellas. Parece que molesta que el 8 de marzo se hable de las mujeres. Que seamos invisibles el resto del año se tolera más. Una afición jalea a un futbolista acusado de maltrato. Déjalos, es un desahogo. El espíritu deportivo era esto. Los salvapatrias están ocupados luchando por quedarse con el sillón del partido. Y con el resto de sillones. Sólo me ha salido un resumen de cosas que se me han colocado en el tejado mientras intentaba fabricarme una cabaña en la ciudad.

domingo, 1 de marzo de 2015

Candy Crush show.

Candy Crush show ( El Periódico de Aragón - 28/02/2015 )

El teatro nos parece mentira porque la vida ya es una ficción. Alguna vez, a la salida de un espectáculo, he escuchado comentarios de gente que pensaba que lo que había visto no era teatro porque los actores no ponían voz de teatro; esa voz impostada y grandilocuente, que aplana matices y consigue que el actor renuncie a su personalidad. Esa voz que es rechazada desde la pureza del teatro pero que se exige desde un determinado tipo de público que necesita de la impostura para trazar fronteras entre realidad y ficción. Yo acudo a un espectáculo con la voluntad de abstraerme de las butacas y del escenario y creerme el relato de lo que es contado como si en ese momento no pasara otra cosa en ningún otro sitio. Una vez vi un espectáculo en el que un músico cantó Dance me to the end of love de Leonard Cohen. Yo estaba en la primera fila y él no apartó su mirada de la mía aunque en realidad no me viera y sólo mirara un punto fijo por aquello de concentrarse. Me daba igual, yo me emocioné de cuerpo entero y me habría casado con él sin necesidad de que ni me dijera su nombre. En otra ocasión me hirió tanto lo que vi que vomité al salir de la representación. Asistí a una dramatización que se me hizo mucho más real que el informativo. He ido a muchos sitios sujetándome a la mentira y no me he caído. Pero soy incapaz de emocionarme sin sentir como verdad lo que trata de removerme por dentro. Por eso me pasa que me puede conmover más la ficción que la realidad, porque puede que muchas veces esté mejor hecha. Con la mentira se llega a cualquier parte pero no se echa raíces. ¿No te pasa que a veces oyes hablar a alguien y te sientes impermeable? Los palabras no calan cuando se ha estropeado la confianza. No sabía si decir que salgo de la lectura del libro Reparar a los vivos, de Maylis de Kerangal, conmocionada o conmovida así que me quedo con los dos términos. Me perturba el ánimo. Leo en una entrevista a la autora: "No me gusta la literatura de discursos porque para mí la lectura es una creación, al mismo nivel que la escritura". Es decir, escribir sin colonizar lo que tiene que sentir el lector. Dar la oportunidad de que el receptor del mensaje fabrique su propia mirada. Estamos tan acostumbrados a los discursos que intentan dirigir lo que tenemos que pensar y sentir que no tenemos espacio para crear nuestras propias opiniones y sensaciones. Nos lanzan palabras como se tiran caramelos desde las cabalgatas infantiles. Nos golpean pero no nos manchan porque su espectáculo es ajeno a lo que nos pasa. No se puede creer que alguien nos lleva a alguna parte si nunca le hemos visto andar por nuestras aceras. Cuánta falacia nos gobierna. La segunda acepción de emoción que figura en el diccionario es "interés expectante con que se participa en algo que está ocurriendo". Trata de sentirte parte de la función con una política gastada de tanto absurdo y vacío. ¿Otra partida al Candy Crush?

domingo, 15 de febrero de 2015

Trapicheos de color carne

Trapicheos de color carne ( El Periódico de Aragón - 14/02/2015 )

Cuando eres la hermana mayor, aun siendo pequeña, eres algo mayor. A la autoridad moral se llega antes por la maldad que por el tamaño. Yo ya era capaz de engañar cuando todavía no sabía distinguir entre realidad y ficción. Con mi hermana me separaba una distancia de cuatro años y medio de picardía. Yo la aprovechaba para cambiarle varias monedas de un duro y de veinticinco pesetas por una de quinientas. A ella le parecía un chollo porque se iba con varias monedas y yo me quedaba sólo con una. Todo iba bien hasta que un día mi hermana acudió a mi madre y le mostró ilusionada su botín. Mi madre no se quedó conforme con el intercambio y prohibió las transacciones financieras en nuestro cuarto. En el colegio estuve mucho tiempo siendo una de las encargadas de llevar las cajas de pinturas a las mesas grupales en las que estaba dividida el aula. Elegía la mejor caja para mi grupo y seleccionaba las pinturas más bonitas para nosotras. Los compañeros de las otras mesas me acusaban de tramposa y yo me indignaba mucho aunque no sabía lo que era y no estaba tan de moda como ahora. Lanzaba un alegato sobre mi dedicación y sacrificio, mi grupo defendía mi honorabilidad y ahí no había pasado nada. Al día siguiente le ponía el color carne al grupo de insurrectos para que no convocaran otra protesta en mi contra. Me hice pasar por alérgica a la tiza para no salir nunca a la pizarra y me las arreglaba para utilizar el cepillo de dientes de mis compañeros, pero eso no lo hacía por maldad sino por tener un cuerpo ajeno a la propiedad privada. Yo pensaba que se compartía. En el comedor escolar aprendí lo que era el estraperlo y crecí sintiendo que tenía la culpa del hambre en el mundo al dejarme siempre comida en el plato. Hacíamos pellas en el instituto y pedíamos dinero para el autobús que en realidad era para irnos al bar. Un día me encontré en la calle una cartera. La debían de haber robado porque no llevaba dinero. Sí tenía la identificación y tarjetas. La podía haber devuelto pero me la quedé. Era una cartera de marca y yo era pobre y estaba enamorada. Conseguí que mi novio me quisiera mucho por ese regalo. De adulta he engañado a mis padres, me he portado mal con mis novios, he decepcionado a amigos y me he equivocado muchas veces. "¿No tienes la sensación de que todo es amable ahora? Hay algo de mentira en cada producto. Los cuchillos tienen que aparentar que no cortan, las sartenes parecen objetos decorativos, nada tiene aristas y luego llega la gente, se roza con la realidad y se siente desamparada". Esto dice David Trueba en su libro Blitz. Incluso llegamos a moldearnos así, con la mentira como troquel de lo que somos. Quizá sólo se trata de ser honestos con nuestros embustes. No pretendo que gobierne la pureza porque todos tenemos astillas. Pero, si lo viejo se va por traidor, lo nuevo no puede llegar falsificando principios. Bueno, tú vótame y te daré la pintura de color carne.

domingo, 1 de febrero de 2015

El equilibrio de los cuerpos.

El equilibrio de los cuerpos ( El Periódico de Aragón - 31/01/2015 )

Las cosas pasan como poniéndose todas en fila esperando a lanzarse ante ti. Llegamos a ellas una detrás de otra. Se caen y el ruido te recuerda que una nueva ficha ha golpeado la mesa para que le prestes atención antes de poner el mantel para la cena. Y no puedes fijar tu mirada al derrumbe de algo porque enseguida hay otro tema que empuja por detrás para ponerse en el turno de llamada. Y luego está el dormir, el tener la nevera con algo de comida y el procurar cuidados a tu red para que los nudos que has entrelazado no se suelten cuando seas tú la que se cae. El cuerpo se te subleva con declaraciones, noticias y titulares. Algo hay que hacer, te dices, y el enfado te lleva a mover el culo como las gallinas cuando van a poner un huevo. Si al menos yo fuese una gallina sería útil que la indignación se hiciera un hueco dentro de mí, me zarandeara y luego saliera lista para comer. La actualidad es como un juego de memoria en el que se nos enseñan cartas y vamos probando a ver hasta cuándo recordamos lo que hemos visto. Hace unos días teníamos a la libertad de expresión dando una capa de gotelé a nuestros mensajes. Eso ya ha pasado. Las muertes nos escuecen y se quedan en nosotros como el olor a pescado pero hay que seguir a otra cosa. Envido. Quiero. Mus. Quizás sea el Gobierno con más mujeres de la historia de Grecia. Puede. Pero siguen faltando mujeres en primera línea de ministerio. A mí me hastía que la revolución no sea capaz de cambiar usos y costumbres. Una encuesta del CIS revela que uno de cada tres jóvenes cree inevitable o aceptable actitudes de control hacia su pareja. Que si te marco los horarios, que si juzgo tu comportamiento y decido lo que puedes hacer o lo que no, que si no quiero que veas a ese amigo tuyo. Me controla porque me quiere. A mí me enerva que eso no sea asunto de Estado. Ni aparece en los titulares del informativo. No hay ministras en Grecia pero tenemos presentadoras de informativos que parecen modelos a punto de hacer un desfile. Entre noticia y noticia va la publicidad que nos enseña que las mujeres somos estreñidas, tenemos pérdidas, gases, arrugas y no hacemos bien la digestión. ¿Qué imagen de la mujer se ofrece? O no se nos ve o se nos ve de forma delirante. Todo forma parte de lo mismo. "Somos gente de neblina", dice Gabriela Wiener en su libro Llamada perdida. Busco en internet: ¿Cuál es el secreto de los equilibristas? Y me pierdo en la lectura de un documento larguísimo sobre el equilibrio de fuerzas y momentos. No tener ni idea de física hace que me obsesione acercarme a ella. La palabra estática se deriva del griego statikoIs que significa inmóvil y en física es la rama de la dinámica que analiza las condiciones que permiten el equilibrio de los cuerpos. Espero que el cambio griego no sea statikós. Que lo que nos pasa no nos pese. Una amiga me dice que está triste y a mí sólo se me ocurre decirle que le presto mi MP3 acuático para que nade con música. Intento que no se caiga.

lunes, 19 de enero de 2015

Nos acordaremos de este día

Nos acordaremos de este día ( El Periódico de Aragón - 17/01/2015 )

Días de palabras a borbotones. El límite de mi libertad es la libertad del otro, no sus creencias. El respeto no puede ser un arma. Las causas. El fanatismo encuentra abono en la vulnerabilidad de los excluidos. Vale, pero el odio no se hace una casa en los cuerpos de todas las personas que pasan penurias. Falta de vigilancia a lo que entra de afuera. Los que dispararon eran de adentro. No importa. Para combatir el mal, el mal tiene que ser otro y no uno mismo.

SI SOLO me quedaran un puñado de palabras por gastar antes de morir, haría un chiste. Pero. El pero de una frase siempre suena al aguafiestas que te recuerda que mañana madrugas cuando tú ya estabas haciendo hueco en primera línea de noche. Se lo estaban buscando. Violencia es entender que el humor es una provocación y no una manera de masticar lo que sucede para poder digerirlo. Los límites. Como los cuadernos del colegio. Tenían un margen para avisarnos de que siempre nos encontraríamos con una línea que no podríamos traspasar. Ya se encarga el poder de dibujar las lindes de lo que no nos pertenece como para dejar que se apropie de lo que nos hace reír. ¿A ti te gusta el humor que hacen en la revista? Eso es lo de menos para defender su derecho a hacerlo. Je suis Charlie. ¿Sabes cómo se llaman las últimas mujeres a las que ha asesinado un terrorista machista? No sé sus nombres, je ne suis pas ellas. Ni je ne suis pas las niñas nigerianas ni los muertos en Siria. Tú suis demagogo. Sufro por todo lo que nos pasa aunque me pueda zarandear de distinta manera. ¿No nos condicionan demasiado los medios? Parece que haya que lamentar más lo que se señala con más fuerza. A ver si vamos a tener que pedir disculpas porque algo te impresione hasta el llanto. "El género humano no puede soportar tanta realidad". Lo dijo T.S. Eliot en sus Cuatro Cuartetos. Podemos estar tranquilas, tenemos a nuestros líderes haciendo cruceta con sus brazos para marcar una frontera entre ellos y nuestras vidas. ¿Tener arcadas al verlos es terrorismo de Estado? Suenan los gritos por la libertad de expresión como si fueran un sonajero que nos acuna para que durmamos en el sueño de lo irreal. Y, mientras, la Audiencia Provincial imputa a un humorista por un sketch. Así somos en España, de soliviantarnos por los enfants de la patrie cuando los derechos los pedimos para los de fuera de casa. Es lo que tiene la confianza, que hace que nos importe menos dejar la puerta del baño abierta. Todo huele fatal. "Nos acordaremos de este día", me decía una amiga mientras agarraba su taza para calentarse el cuerpo y el ánimo. Nos acordaremos por lo que va a pasar. Islamofobia y represión. El riesgo de atentado es la excusa perfecta para seguir adelgazando derechos y libertades. Las excusas son como el culo, todos tenemos uno. La actualidad te da un puñetazo y no puedes dejar de escribir porque no puedes dejar de sentir. Aunque lo que te salga sea otro prescindible artículo sobre el tema que nos ha dominado las horas en estos últimos días. Tout est pardonné.

jueves, 8 de enero de 2015

Conciencia de clase

Conciencia de clase ( El Periódico de Aragón - 03/01/2015 )

La primera vez que yo escuché el término conciencia de clase lo entendí como coincidencia de clase y me pareció que mi error tenía mucho más sentido. Lo tenía porque el alumnado que coincidíamos en una misma clase desarrollábamos una especie de conciencia de pertenencia a ese grupo. Dentro de clase cada cual tenía sus adherencias y sus manías pero, fuera del aula, la clase era una masa. Los del A frente a los del B. "Con ellos sé de dónde vengo y adónde voy". "Con el resto, por mucho oficio que tengan en la vida y sus costumbres, no atacaría Troya, no la defendería".

Tú no eras tú sin la clase que te explicaba. Pertenecías a la gente con la que compartías pizarra, asiento, broncas y exámenes. Los otros, el resto, eran los de la otra clase. Parece que las nuevas formas de hacer política rehuyen hablar de conciencia de clase. Se ponen otros nombres a los nombres por si los votos se asustan con algunas palabras. No recuerdo el primer momento en el que escuché hablar de Marx pero imagino que lo confundiría con una película en blanco y negro. Porque yo llegué al marxismo antes por los hermanos Marx que por otra cosa. Igual que llegué a la izquierda por la poesía que cantaba Paco Ibáñez antes que por leer El capital.

Recordar es "ese misterio comprensible que habla de nosotros abriendo sentidos diferentes al que vamos". Marx distinguía entre "clase en sí" y "clase para sí". Decía que la dominación del capital creaba una masa con unos intereses comunes, una clase en sí. Esta clase se convertía en "para sí" si tomaba conciencia de lo que la distinguía de otras clases. Conciencia: "Una historia que recuerdas como quien se gana la vida y prefiere no perderla". No están los tiempos como para olvidar de dónde venimos. ¿Cómo no vamos a tener conciencia de clase si somos hijas criadas con calefacción central y ahora estamos pagando nuestra independencia con cuerpos fríos? El calor del hogar se queda en recurso publicitario. "Comenzó la muerte de lo que habíamos sido un día cualquiera de lo que no sé".

Bueno, pero hablar de lucha de clases es poco cool en un lugar donde la palabra del año es selfi. Así vivimos, mirándonos en una pantalla que dejamos que sea la que nos retrate. El ego y la cuestión social vale como nombre para una cafetería moderna. "Uno se afilia a quien le enseña dónde abunda el peligro". No me hace falta tener hepatitis C para que me duela la desesperación de unos enfermos a los que se les está privando de una medicación que podría curarles. Conciencia de clase, el nuevo libro de poemas de David Mayor. Necesitaba entrar en un texto como quien se tira de cabeza sin saber si va a golpearse contra el suelo pero deseando disfrutar del baño. Necesitaba salirme del libro y que lo leído me siguiera dibujando cenefas por dentro. "Nadie desconfía de quien parece que va a algún sitio". Yo voy contigo, David.

Nota: Todas las comillas son del libro Conciencia de clase de David Mayor.