domingo, 19 de febrero de 2012

Sin gestos, sobra todo lo demás


Artículo publicado en El periódico de Aragón el 18 de febrero de 2012 
Vivimos una constante ceremonia de la confusión en la que la política no deja de ser un incesante baile de máscaras al que le sobra impostura y le faltan gestos. El espectáculo sale de los escenarios para ocupar la totalidad de los asuntos públicos. La credibilidad se pierde en la parafernalia con la que se trata de convencer al respetable.
Porque es muy difícil creerse las bondades de una reforma laboral que un micrófono indiscreto nos reveló que sería merecedora de una huelga general. Es complicado ver más allá de un artificio en la puesta en escena de la Secretaria General del Partido Popular, Maria Dolores de Cospedal que, esta vez sin el atrezzo del pañuelo palestino al cuello, proclama que su partido es el de los trabajadores. Se percibe gastada la escenografía de unos sindicatos incapaces de influir con contundencia en la toma de decisiones políticas. Y el líder de la oposición fuerza la voz para que se le oiga lo que tiene que decir y no decía cuando ostentaba uno de los personajes principales en el Gobierno que dejó de ser.
Faltan gestos, guiños al público que den verdad a la representación. No se está haciendo política, se está ejerciendo una política violenta como arma de destrucción masiva de los derechos de la ciudadanía. Se permite que algunos hospitales abran la veda para saltarse las listas de espera previo pago. Da la sensación de que las medidas en educación o justicia irán por la misma línea, la de abonar la entrada, impuestos aparte. Los desahucios siguen sumando exilios forzosos, las listas del paro aumentan y los cada vez más acuciados recortes sociales no ayudan a que parezca que las decisiones van dirigidas a resolver las dificultades económicas.
Lo que parece es que estamos en un sistema más preocupado de garantizar su estatus de permanencia que en buscar salidas. Será que los vericuetos del neoliberalismo esconden las puertas de emergencia. Quizá para que triunfe el mal basta con no hacer nada. Por eso no sorprende que lo único que ha desatado la ira de los responsables políticos sea la mofa que unos muñecos de látex han hecho en un programa de la televisión francesa. Recursos dramáticos. Y la excusa perfecta para aparentar que se hace algo. La pantomima que les vista como justicieros defensores de la verdad.
Pero las acrobacias no son suficientes para dotar de autenticidad al guión de la estrategia política. El miedo a males mayores quizá haya atenazado la conciencia crítica pero las cicatrices en la realidad cada vez son más profundas y escuecen en la cotidianeidad de las personas. Si las palabras no se acompañan de gestos que velen por la protección real de la ciudadanía, no valen nada. Sin guiños que ofrezcan certezas de que alguna medida es beneficiosa para la sociedad, no se generan más que escépticos desafectos con un sistema por el que se pueden sentir ninguneados. Quizá esto no importe cuando la función puede continuar pero la farsa necesita de un público que aplauda. Ese es el verdadero drama del espectáculo, que cuando suena demasiado falso, el público se revuelve en sus butacas y empieza a molestar.

domingo, 5 de febrero de 2012

No es casualidad, es ideología.


Artículo del día 4 de febrero de 2012 en El Periódico de Aragón 
Hace unos días veíamos que algunos estudiantes de la Comunidad Valenciana --algo que también ha sucedido en otras comunidades autónomas-- iban a clase con mantas. La falta de liquidez del gobierno autonómico dejaba a los centros sin recursos para hacer frente a gastos tan elementales como la calefacción. Esta triste realidad nos dejaba una poderosa metáfora: el sistema educativo público se congela, está muriendo de frío.
Una de las primeras declaraciones de Dolores Serrat, Consejera de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, ante la Comisión de Educación fue que en este ámbito no va a poder haber "de todo, para todos y gratis". Seis palabras para definir con contundencia la acción de su departamento; habrá que limitar los años de escolarización obligatoria, no se podrá acceder en condiciones de igualdad (habrá quien pueda y quien no asumir el coste), y se impondrán nuevas fórmulas como privatizaciones o repago. Perdón, el discurso dominante cae en la demagogia de llamarle copago. Llámenme ilusa pero yo pensaba que teníamos un sistema en el que con la recaudación de impuestos se sufragaba los servicios públicos básicos, con lo que establecer fórmulas de copago es en realidad pagar dos veces.
El fondo de este discurso neoliberal no es exclusivo de Aragón. La necesidad de implantar medidas que frenen la inversión en educación se ha extendido como una mancha de aceite a lo largo y ancho del país. Eliminación de profesores de apoyo, disminución de las becas de comedor, aumento de estudiantes por aula, reducción de la contratación de interinos o la no convocatoria de oposiciones.
También la paralización de infraestructuras educativas o del equipamiento de los centros. Ajustes en los sueldos del profesorado, la no sustitución de las bajas de los docentes, la suspensión de programas de formación permanente. Recortes en las ayudas de transporte, reducción de las clases de refuerzo o directamente su eliminación. Restricción de servicios de limpieza o fotocopias. No encender la calefacción. Incluso limitar la utilización del papel higiénico. Cartilla de racionamiento para ir al baño.
En algunos casos, parece que esta línea de los responsables educativos basada en el recorte no afecta tanto a los centros concertados, que en algunas comunidades hasta han aumentado sus presupuestos. No es casualidad, es ideología. Por eso se hace necesario articular un discurso del descrédito hacia el sistema de enseñanza pública. Ahora los responsables políticos están haciendo acopio de todos los informes PISA que en el mundo se han hecho, y en lugar de avergonzarse por no asumir la responsabilidad de no haber articulado un sistema al margen de partidos, se utilizan los datos para desprestigiar la educación pública. No se está hablando de un pacto por la educación para mejorar el sistema sino de dejarle morir de inanición. Así que cuando digan que urge reformular el sistema educativo para hacerlo más eficiente, ustedes simplemente lean que se trata de una coartada para ir eliminando la educación pública, lo entenderán mucho mejor.