lunes, 24 de noviembre de 2014

Olfato y tiburones

Olfato y tiburones ( El Periódico de Aragón - 22/11/2014 )


Quien te quiere te regala palabras. Eva Cosculluela ve una frase y se la guarda para traérmela al día siguiente: "Los tiburones dedican un 14% de su cerebro exclusivamente al olfato. Pensé que te gustaría saberlo". Hay gente que colecciona dedales, imanes, plumas o dispensadores de los caramelos PEZ. Yo recopilo palabras, listas y microdatos absurdos. Mi madre intentó que coleccionara monedas. Me las regalaba y yo procuraba recibirlas con entusiasmo pero las acababa abandonando en algún cajón. La que es de familia pobre se le da muy mal coleccionar dinero. Eva me trae la frase y yo me recreo en el regalo. Los tiburones dedican una parte importante de su cabeza sólo a oler. Los humanos tenemos el sentido del olfato menos desarrollado. Sólo olemos la porquería cuando estamos en ella. Si fuésemos tiburones habríamos podido devorar a nuestros agresores o huir hace ya tiempo. Pero no tenemos esa astucia en la nariz ni tanta fuerza en los colmillos. Sin embargo, los humanos distinguimos entre más de diez mil aromas diferentes. Se cree que existen siete tipos de células olfatorias, cada una de las cuales sólo es capaz de detectar un tipo de moléculas: alcanforadas, amizcladas, florales, mentoladas, etéreas, picantes y pútridas.

LOS TIBURONES están perdiendo olfato por el aumento de los niveles de dióxido de carbono. Cuánto me conoce Eva y cómo me quiere, qué regalazo. Yo soy muy de disfrutar con lo que me obsequian y me amarro a las letras para que me den sentido, el del olfato y los otros. "Repli sur soi", repliegue sobre uno mismo, así le llaman los franceses al ensimismamiento. Y así creo que ha funcionado mucha de la política que se ha desarrollado en este país. Se ha intentado ser política en lugar de hacerla. No se es política sino que se hace política de la misma manera que se hace un bizcocho y no se es un bizcocho. Me creo que una palabra me pertenece y me voy con ella de viaje a Canarias, como sacando a la política de paseo. Está todo pagado, ¿no ves que la política soy yo? Hay quien se apunta a una web de citas y otros van al Senado. Las ruedas de prensa no tienen preguntas y los discursos se leen con el fin de la cita incluido porque a los alegatos huecos no les sobra nada, sólo les falta todo. Modelar la vida para que cambie el centro incluye que se vuelva la mirada a las palabras después de años de expolio. Corrupción también ha sido que se apropiaran del lenguaje. Devolvednos la política y quedaos con las explicaciones. Vuestra lengua es la de las cáscaras, vacía y vana. Gritos que devuelven el eco sin réplicas ni nada nuevo. Vayamos a las barricadas del verbo. La librería Los portadores de sueños cumple 10 años y yo estoy con ellos para celebrarlo. De vez en cuando hay alguna alegría que te pilla en tu turno y no en las listas de espera. En la librería hay palabras como para comer de restos toda una vida. Félix y Eva las recopilan para que vayamos a buscarlas. ¿Cómo podría querer o insultar si no están ellos guardándome el habla? Pensé que os gustaría saberlo.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Preferiría no hacerlo.



Hace una semana estábamos con los nervios en los tímpanos. Al día siguiente estrenábamos PREFERIRÍA NO HACERLO, el programa con el que Sergio del Molino y yo pensamos ocupar por un rato los micros de Aragón Radio. Pensamos que podía ser buena idea contar por escrito qué significa para nosotros tener un hueco en la radio para hablar de libros. Así que yo escribí el texto que ahora pongo aquí, un poco más abajo. Mañana estaremos en antena para hacer nuestro segundo programa. Y esperamos que nos podáis acompañar a lo largo de muchos lunes. Y si no, hemos hecho un blog donde pondremos los enlaces a los podcast del programa: http://preferirianohacerlo.org. Preferimos que nos sigáis. Y que os guste hacerlo.

Ocupar los transistores.

Mi primer recuerdo de la radio está sujeto a antes de nacer. Mi madre estaba embarazada de mí en la noche de los transistores, aquel 23F en el que los cuerpos temblaban de miedo. Mis padres bajaron las persianas y se quedaron a oscuras. Se agarraron a una radio con la confianza de que les dijera que los tanques no salían a la calle. A mí me asustó mucho este mundo y nací un mes más tarde de lo previsto. Ya en vida, mi segundo primer recuerdo de la radio es una frase que me decía mi abuelo: “Tú sola ya eres como un transistor, no callas.” Mi abuelo es el mayor contador de historias que conozco. A mí me encantaba irme con él a dar paseos y que me fuera contando lo que pasó por las calles antes de que lo que pasara fuéramos nosotros. Yo le preguntaba y le preguntaba y le hacía que me repitiera una vez y otra y luego otra los relatos que ya me había contado entonces y antes de entonces. Un día en el colegio nos preguntaron acerca de nuestro personaje favorito de la historia y yo dije que era mi abuelo porque él era todas las historias. También querían saber cuál era nuestro juguete preferido y yo dije la radio de mi madre. La radio que era como la que tenía mi abuelo siempre en la mesa, a su lado. En aquel momento yo vivía en Madrid y mi abuelo en Zaragoza. Y a mí me gustaba escuchar la radio que era igual que la suya porque así los dos escuchábamos lo mismo al mismo tiempo. De la radio salían historias y yo pensaba que mi abuelo las cogía todas como se coge al autobús cuando lo pillas antes de irse de la parada. Hay sonidos que te hacen persona y construyen la banda sonora de tu vida. El silbido de mi madre, las llaves contra el pomo que anuncian llegadas, el choque del tenedor contra el plato que te acuna en ese ruido recordatorio de que alguien te está cuidando, el café saliendo, los pasos de los que te quieren, los ritos cotidianos, la tiza en la pizarra, las alarmas, la radio. El sonido que escuchaba mientras me dormía era la radio de mis padres y lo primero que escuchaba al despertarme era esa misma radio que mis padres tenían puesta para comenzar el día. Los transistores de casa de mis padres, como los de mi abuelo, siempre han sido analógicos porque la vida también lo es. La vida no está hecha de ceros y unos hasta el infinito. La vida se cansa, se gasta y se muere. Mi madre me regaló un transistor como el que tenía ella y como el que tenía mi abuelo. Se sintoniza con una ruleta que mueves en donde pone tuning. Porque las radios son analógicas pero todas hablan inglés. Cuando estaba en Madrid mis compañeros de clase me elegían para que fuera yo la que leyera porque decían que no tenía acento de allí. Cuando vine a Zaragoza me escogían para leer los textos porque decían que no tenía acento de aquí. Tengo una voz apátrida, pensaba yo. Tienes una voz radiofónica, me dijo una vez una profesora de música para intentar evitar mi frustración por haberme dicho que no tengo oído para poder cantar. Y además aguanto la respiración un minuto. Eso siempre me puede venir bien por si tengo que contar algo urgente y no puedo coger aire. En el instituto hicimos un trabajo sobre medios de comunicación y yo lo realicé sobre La Pirenaica, Radio España Independiente. Mi abuelo y yo grabamos un programa en el que yo le entrevistaba y él me iba contando cómo eran los tiempos en los que por sintonizar una emisora ya te ponías en peligro. Seguí escuchando la radio mientras me salía acné, iba a ligar a los bares, se me iba el acné, empecé a trabajar y me independicé. De adulta me he acercado al micrófono a contar historias en las que estaba metida o a participar en tertulias para comentar las historias de otros. Hace unos meses, en una comida con amigos, Sergio del Molino y yo hablábamos de lo que nos gustaba la radio. Disfrutábamos al escucharla y cuando nos tocaba hablar desde el estudio. A mí me encantaría hacer mi propio programa de radio. A mí también. ¿Preparamos algo juntos? Teníamos una morcilla como testigo así que nos la comimos. El Preferiría no hacerlo podría haberse quedado en ese día y en esa conversación pero nos empujaron unas ondas muy poderosas. Queríamos hacerlo. Cogimos la ilusión y diseñamos un programa literario que llevamos a Aragón Radio y de ahí a hoy han pasado unos meses, muchas reuniones, bastantes horas de preparación, unos cuantos desayunos y alguna cerveza y por fin, hoy, estrenamos nuestro programa, Preferiría no hacerlo. En él unimos dos cosas que a los dos nos apasionan: la radio y los libros. Ahora no soy como un transistor sino que me he metido dentro y lo hago, además, en la mejor de las compañías. Sergio es alguien a quien aprecio y admiro y me siento muy afortunada de que dirija el programa conmigo a su lado. Seguro que lo pasamos bien y deseamos que eso se note y se comparta por toda la audiencia que nos escuche.
A mi abuelo le ha hecho mucha ilusión que yo vaya a estar un programa de radio aunque, si quiero que lo escuche, le tengo que comprar un transistor. Él ya tiene tres en casa. Uno en su habitación, otro en el salón y un tercero que lleva consigo al baño y a la cocina. Los tres tienen sintonizada otra emisora. Cuando le dije que yo iba a estar en Aragón Radio me dijo que no me iba a poder escuchar si no le compraba otro transistor. Los tres que tiene están ocupados con otras historias. Ahora nos tenemos que hacer un hueco para contar la nuestra. Arrancamos.



domingo, 9 de noviembre de 2014

Lágrimas y piedras



Una fotógrafa americana ha descubierto que, vistas en el microscopio, no todas las lágrimas son iguales. Hay tres modelos: las que lubricamos para que no se nos sequen los ojos, las de reflejo, que se producen como respuesta a un estímulo, y las psíquicas, desencadenadas por las emociones. El tipo de lágrima hace que la composición molecular sea distinta, la sal cristaliza y da lugar a diferentes estructuras. Llorar de risa no es igual que llorar por pelar una cebolla o llorar por dolor.

Leo esto mientras me encuentro con que se cumplen 25 años de la caída del Muro de Berlín. Mi primer recuerdo es el de la gente llorando entre las piedras. Cuando lo derribaron yo era lo suficientemente pequeña como para no saber qué era el comunismo ni si yo era o no comunista. Sin embargo sí sabía que yo era más de Paco Ibáñez que de Parchís, más de Epi que de Blas, más del Frigo dedo que del Frigo pie y más de la tortilla de patatas con cebolla que sin ella. Era muy de la película No me chilles que no te veo y muy poco de ET, que siempre me dio grima. Porque la vida se aprende a golpe de contrarios. De lo que eres parte y de lo que te expulsa.

Me acuerdo de ir con mi padre a por la prensa un domingo y pedirle que me comprara Interviú porque regalaban un trozo del muro. Me empeñé en que lo quería pero mi padre no me compró la revista. No creía que esa piedra fuera de verdad berlinesa y, además, no entendía para qué. El capitalismo me dejaba comprar un jirón del comunismo roto y yo quería guardarlo como se guardan las formas, dentro de mí para conservar el aroma. Pero esto no se lo supe decir a mi padre. Yo solo veía que en el telediario salía el muro hecho pedazos y gente que lloraba y se abrazaba después de años sin verse. Imagino que yo quería contagiarme de su entusiasmo. Necesitaba creer en algo. En ese entonces y en nuestro ahora.

Todavía no se pueden coleccionar los pedazos de estos tiempos púnicos, llenos de mala fe y alevosía. Cuando se pongan a la venta en los quioscos, los que estaremos en el desguace ya seremos nosotros. Tenemos las desconfianzas esparcidas por toda la casa. En nuestro desorden no se nos pierden billetes ni cuentas en Suiza. Sí que tenemos facturas que podríamos quemar para calentarnos. Nos sale muy caro el invierno. ¿Cómo haremos para creer cuando lleguen otros si los que están nos han gastado hasta los credos? Nos han robado el dinero, los derechos y el entusiasmo. "Como hay quien trabaja por tedio, escribo, a veces, por no tener qué decir. En el devaneo en que se pierde con naturalidad quien no piensa, yo me pierdo por escrito, porque sé soñar en prosa. Y hay mucho sentimiento sincero, mucha emoción legítima que obtengo de no estar sintiendo". Lo dice Fernando Pessoa en su Libro del desasosiego. Rajoy pide perdón por la corrupción leyendo un papel porque si no, no le sale. Me duele el cabreo de tan afilado que lo tengo. Lloro. En todos los modelos de lágrimas.