jueves, 10 de marzo de 2016

Una bañera rodeada de escombros

Una bañera rodeada de escombros ( El Periódico de Aragón - 05/03/2016 )

Todo lo que no entiendo lo aprendí de los informativos. El pacto es como el coco para los adultos. Jornadas decisivas en cuanto te levantas de la cama. El día antes de mañana. Se olvidan las fechas señaladas porque todos los días se marcan. En la televisión hay demasiados colores. Las tintas de los periódicos de papel ya no manchan como antes y mira que son sucias sus letras. Muere un escritor y las redes aparecen estucadas con sus textos. Como las carpetas del instituto. El beso se lo lleva el que ponga la mejor cita célebre. Qué rápido se recuerdan lecturas que no se han leído y cómo se olvida la muerte de los que, por no tener, no tienen ni una frase. En un diario digital hablan de los naufragios de refugiados en océanos grandes e invisibles. Al lado de la noticia hay un anuncio de cruceros con chicas en bikini que se bañan en la piscina del barco. ¿A qué venía yo aquí si no era a navegar? Se me va la actualidad por otro lado. Me atraganto. Los grumos de la papilla son más difícil de comer. Los de la sociedad, también. Imagina la bañera de un ático en un edificio alto de una gran ciudad. Una bañera enorme. Imagina ese edificio sin paredes. Una bañera rodeada de escombros en una ciudad descompuesta. Unas niñas que son niñas y disfrutan del baño. Un padre que baña a sus hijas en una bañera rodeada de cascotes, en un piso sin paredes, en un lugar de calles destrozadas. Joder con las vidas rotas. Joder y coño y hostia. Así no se puede hacer poesía. Yo he visto esa imagen. Ha ganado un premio de fotografía. No cabe en este mundo todo el mal que estamos haciendo. Por eso queremos colonizar Marte. Un cuento, por favor. Un cuento para salvarte del deshielo y no morirte de frío. Tengo dentro unos columpios. Y música. Se baila. Unas risas. Algo de beber. La distancia es un animal que ruge mientras tú te cubres la cabeza. De algo hay que morir y por algo hay que intentar salvarse.

Si no haces nada para impedir que el injusticia se extienda, no pasa nada. Si haces una broma, vas al calabozo. Ahora llueve. Llueve por todo y no cala. Si nos calara nos dolerían los ojos de mirar cómo está todo. Ponle soja a lo que pasa. Soja y vinagre de Módena. Ahora todo nos sabe igual. ¿Puedo pedir dos primeros? Y la carne muy hecha y el dolor de espalda y ponerle la funda al edredón y un móvil con la pantalla flexible y el culo irritado por los pañales de marca. Asuntos del aquí cuando no se huye del sitio. Se me cuartean los labios del frío. Grietas. Hay rendijas muy pequeñas por las que se cabe. Y fronteras muy grandes que no se pueden atravesar. Gases contra personas para que no entren. Si no los podemos parar, envenenaremos el aire. Por eso no hay carteles de entradas de emergencia y sí de salidas. A la huída no se le puede exigir que pida turno. Los llamamos refugiados para que se escondan junto a nuestras vergüenzas, no porque queramos darles refugio. Otro febrero que se ha acabado sin empezar una colección por fascículos.

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