domingo, 22 de diciembre de 2013

La vida y sus kilobytes de almacenamiento

La vida y sus kilobytes de almacenamiento ( El Periódico de Aragón - 21/12/2013 )


Nuestros espacios emocionales podrían tener diques contenedores y cuando acumulásemos tanto que hubiera riesgo de desbordamiento, una alarma cósmica te advirtiera del peligro. Como la vejiga avisa cuando no puede con todo el líquido que alberga. Un rótulo con luces de neón: «Contenedor al límite. Riesgo de explosión nuclear». Nuclear de núcleo, de parte central, de elemento principal, de masa esencial, de unidad que ejerce una relación de dominio sobre otras unidades con las que forma un sintagma y que determina las propiedades gramaticales de este. Así los márgenes serían como una zona franca, un trozo de asepsia para poder existir sin tener problemas limítrofes. Vivir sin acumular. Que nos sobraran los gigas de fotografías que nunca miramos y que sólo tuviéramos una colección de momentos. La de los momentos olímpicos. Segundos que son más que segundos. Una misma dimensión del tiempo pero de otra órbita. El tiempo con medalla. Que nos sobrara lo que no nos cabe. No tener almacén para lo que está en tu vida sólo ocupando sitio. Somos coleccionistas inservibles de muestrarios de inutilidades. Tratamos de almacenar la realidad a jirones cuando la vida se vive y no se guarda en en el debe y el haber. Utilizamos estos días para hacer listas que nos recuerden lo que hemos vivido este año. Revisaremos las que fueron noticias del día. Nos cabrearemos de nuevo rememorando las sacudidas a nuestros derechos. Hemos acumulado penas para vivir de restos todo el 2014. Cambiar la voz de la narración del yo al nosotros por aquello de la construcción colectiva. Y porque así el listado de alegrías que hemos tenido es más abundante. Pensaremos en hacernos fuertes y en tener al miedo enjaulado para que no salga a pasear sin toque de queda. Echaremos en falta a las personas que han dejado su hueco a otros afectos que sin embargo no pueden ocupar su lugar. Se nos olvidó diseñarnos para olvidar de golpe a alguien cuando no lo habías dejado de querer. ¿Dónde se queda el afecto cuando ya no puedes darle uso? Listaremos lo acumulado a lo largo de los días, incluso los deseos. Que no nos canse la mortadela. Sobreviviremos a los rituales y nos haremos regalos para recordarnos todo lo que nos queremos. Sentiremos aunque no inventariemos el hacerlo. Acumularemos lo que nos pase sin poder huir de ello.

«640 kB de memoria deben ser suficientes para cualquiera». Lo dijo Bill Gates en 1981. Deber. Ser. Suficiente. Puede que esa imposición en la frase de Bill fuera lo que ocasionó que rechazáramos la idea de no acumular. Almacenamos incluso los fracasos. Hacemos las listas de lo vivido como si fueran los posos del café que te recuerdan lo que has bebido. Y todo se te queda en el cuerpo aunque no lo enumeres. Yo doblo las esquinas de las páginas al leer porque no puedo dejarme señalado en mi piel los abrazos. Nací en el año en el que a Bill Gates le sobraba memoria. Quizás por eso siempre he tenido problemas de almacenamiento. Reservas. Que no nos sobren quereres. No nos duelas demasiado, año nuevo.

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