domingo, 13 de mayo de 2012

#12M15M , tocar el mundo que se imagina.


En la búsqueda de una democracia real, muchas personas saldrán hoy a la calle impulsadas por el 15M. Algunas voces que cuestionan su impacto obvian uno de los méritos más importantes de este movimiento, la generación de una atmósfera crítica y el trabajo, más alejado de los focos, que lleva realizando durante todo este año.
Han surgido bancos del tiempo, se ha impulsado el movimiento Stop Desahucios, se han desarrollado tsunamis de implicación social en la defensa de lo público como las mareas verde (enseñanza), la azul (contra la privatización del agua), la violeta (contra los recortes en igualdad y las reformas del PP en la Ley del aborto), la roja (por los derechos de las personas desempleadas), o la blanca (sanidad). Se ha trabajado de manera constante en las asambleas de barrio, han surgido brigadas para frenar operaciones policiales contra inmigrantes, ha nacido el observatorio de los derechos económicos, sociales y culturales, o iniciativas de autofinanciación para hacer frente a los bancos. Se han puesto en marcha cooperativas, proyectos colaborativos, dinámicas de intercambio, escuelas populares, incluso hay barrios que plantean crear su propia moneda.
Y se han generado discursos, sobre la defensa del procomún, sobre la ética del cuidado o la insumisión tributaria. Se han propuesto nuevas fórmulas de producción de contenidos y la financiación colectiva de proyectos. Se ha debatido sobre la cultura libre, la renta básica, la autogestión comunitaria, sobre la transparencia, el decrecimiento, la gobernabilidad, el reparto de la riqueza, etc.
Si esto no es política, que baje Aristóteles y lo vea. El que no haya un proyecto político detrás del 15-M es porque no puede jugar en un sistema en el que no cabe.
Guillem Martínez acuñó el término Cultura de la Transición para referirse a la cultura hegemónica que ha dominado el espacio político desde entonces. Como expresa Amador Fernández-Savater, impone ya de entrada los límites de lo posible: la democracia-capitalismo es el único marco admisible de convivencia y organización de lo común. El 15-M supone una brecha en esta cultura consensual porque toca los dos pilares que hasta ahora eran intocables, el sistema de partidos y el mercado. Los intentos del poder en asignarle una identidad es darle un lugar en el tablero para volverlo gobernable.
De ahí la necesaria indefinición del #15m. Es un sentimiento colectivo que ha logrado despertar y conectar conciencias. La realidad hoy es una ficción fragmentada compuesta por átomos independientes que se mueven, interaccionan horizontalmente y que no se pueden someter a estructuras identitarias unívocas.
El 15m pretende cambiar el tablero, no sustituir un mundo por otro sino, como dice Amador Fernández-Savater, recrear el único mundo que hay contra los que lo estropean. De ahí que muchas personas prefieran ser llamados ilusionados que indignados.
Ilusionarse es tener un algo que tocar que mientras no lo abrazas, está ahí estorbando. No hay freno, lo que se ha imaginado deambula por el aire. Por eso yo salgo hoy a la calle. Para intentar tocarlo.
Referencias #12M15M

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