lunes, 5 de marzo de 2012

La desigualdad tiene nombre de mujer


La desigualdad tiene nombre de mujer ( El Periódico de Aragón - 03/03/2012 )


María Moliner fue una filóloga, lexicógrafa y bibliotecónoma aragonesa que vivió de 1900 a 1981. Su principal trabajo fue el Diccionario de Uso del Español. El franquismo la condenó al ostracismo y ella aprovechó el exilio interior para cuidar de sus hijos y elaborar su genial obra. Se le conoce como "académica sin sillón" porque nunca llegó a entrar en la Real Academia Española. Ella creía que quizá no tuviera méritos suficientes para serlo pero reconocía que si su diccionario hubiera sido elaborado por un hombre, a ella misma le extrañaría que ese hombre no fuera académico.
El gravamen de ser mujer de María Moliner no nos queda tan lejos cuando el actual ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, afirma en un libro que "la incorporación de la mujer al trabajo incide negativamente en la familia". Mujeres culpables de la pérdida de valores por querer asumir un papel profesional al margen de los de madre y esposa amantísima. Sin embargo, se intenta otorgar carácter ejemplar al sacrificio de una mujer, Soraya Sáenz de Santamaría, quien vuelve al trabajo solo diez días después de haber dado a luz a su hijo. Sorprende que la vulneración de los derechos ciudadanos para la conciliación familiar y laboral pueda ser motivo de aplauso.
Curiosamente, el próximo día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se aprueba una Reforma Laboral que siendo dañina para la globalidad de los trabajadores, incide negativamente en los derechos de las mujeres.
La situación de partida no es equitativa. Según la Encuesta Anual de Estructura Salarial, las mujeres cobran un 22 por ciento menos que los hombres por el mismo trabajo y además, el número de mujeres que ocupa puestos de decisión de las grandes empresas es poco más de un 10 por ciento del total. A esta discriminación laboral injusta se suman algunas medidas que atacarán especialmente a las mujeres.
Con la nueva Reforma Laboral se suprimen los incentivos existentes para los contratos de reincorporación de las mujeres tras el permiso por maternidad. La flexibilidad que se le otorga al empresario es inflexible con la conciliación familiar ya que será él el que disponga de los horarios de lactancia o cuidado de hijos e incluso se avala el que la baja maternal pueda ser considerada absentismo laboral, motivo de despido procedente. El embarazo como factor de riesgo que haga peligrar el puesto de trabajo. Quizá también se consiga que todavía se amplíe la brecha salarial ya existente porque sean más precarios los contratos a tiempo parcial que mayoritariamente son utilizados por mujeres. Se menosprecia la negociación colectiva y sin ella, no se podrán articular los planes de igualdad en los convenios.
La Reforma Laboral supone un atropello a los derechos laborales y un claro retroceso en los avances que, aunque insuficientes, trataban de paliar las desigualdades entre hombres y mujeres. Parece que no estamos en tiempos tan distintos a los de María Moliner en los que las mujeres, por el hecho de serlo, tienen mayores dificultades en el desempeño de su actividad profesional. Conseguir la igualdad efectiva no es una cuestión de género, es higiene democrática.

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