Tactel y perdones ( El Periódico de Aragón - 15/03/2014 )
Lo real es lo que está sucediendo ahora cuando estamos aquí. Cuando nos vayamos de este aquí y de este ahora, esto que ha sucedido dejará de ser lo real porque cada uno de nosotros tendrá su propia versión de lo que aquí ha sucedido ahora. Lo vivido será similar pero a cada uno nos dará una ficción diferente, nuestro propio relato. Algo así dijo el otro día Flavia Company en la presentación de su último libro. Digo algo así porque lo escribo desde mi recuerdo mentiroso que impone a la verdad su propia versión de los hechos.
En mi relato, el 11 de marzo de 2004 yo tenía 22 años y estaba estudiando. Primer café. Noticias. Accidente de tren sin mencionar heridos. Luego otro café y más noticias. Ya había víctimas mortales. Ya no parecía un accidente. Se iba rectificando el número de la tragedia. 8, 12, 16, 22, 30. Llamó mi padre. Atentado. Siguió aumentando el número de personas fallecidas. El horror no necesita que se le ponga imagen pero encendí la televisión para justificarme a mí misma que no soy de mirar para otro lado. Radio y televisión. No poder hacer otra cosa. El tiempo se rompió. En la pantalla el reloj de uno de los heridos que se paró a las 7:39. Demasiadas esquirlas para un mismo trozo de mundo. Y todas tenían nombre aunque ninguna de ellas fueras tú. Acebes y las palabras indecentes. El cabreo me sacó a la calle sin haber recibido ningún sms. Y luego el silencio. Ese silencio denso que nos decían que había en Madrid. Como si la rabia, la pena y el recuerdo se hubieran quedado flotando convirtiendo el hecho de respirar en algo pesado. Heridas y duelo. Contar y descontar y la falta de vergüenza. Cada cual con su relato de esos días y en medio las vidas que cambiaron para siempre. ¿Qué perdón cabe en el vacío? Pedir perdón está sobrevalorado y además conduce a pensar que a todos los rotos se les puede poner el mismo parche del lo siento. Remendar errores es lo que hacía mi madre con mi chándal de Tactel. Diversos trozos de tela cubriendo distintos cortes. Con cada uno de mis percances iba un lo siento para atenuar el enfado de un nuevo recosido. Aunque mi madre nunca me pidiera disculpas por ponerme aquel chándal de Tactel feo y gastado, yo la perdono. Eran los años 90 y su peculiar moda. Se pide perdón como se pide una cerveza, la cuenta o la palabra. Se dice lo siento como masilla que tape los agujeros de nuestras relaciones pero de nada sirve si nos han derrumbado pilares. Santa Rita, Rita, lo que pasa, no se quita.
Cada una de las víctimas tendrá su propio relato, sus amarres para sujetar el recuerdo y el hueco imposible de rellenar ni con mil perdones. Pienso en Rodolfo Ruiz, Comisario de Vallecas en ese 11M. La ficción del relato de algunos conspiranóicos hizo que su nombre apareciera en portadas como uno de los culpables de los atentados. Le destrozaron la vida y su mujer se acabó suicidando. Crear una ficción con mentiras que cuestan la vida. El desgarro no se repara con perdones. Que su fabulación ruin les pese como el aire denso de hace diez años.
"Lo vivido será similar pero a cada uno nos dará una ficción diferente, nuestro propio relato" cuanta verdad....
ResponderEliminarMi 11M de 2004 comenzó siendo, como por aquel entonces, un día más de mi vida universitaria multitarea con 21 años en la que trabajaba por las mañanas para pagar unos estudios que esperaba en el futuro me pagaran las necesidades básicas del resto de mi vida.
Llegué a mi trabajo a la hora de siempre, eran las 8 de la mañana y tanto la redacción como el departamento de Documentación del periódico donde trabajaba estaban vacíos. Solo la limpiadora me saludó con su siempre agradable buenos días y una sonrisa. No había escuchado la radio ese día en el autobús porque, llevaba días sin hacerlo para sustituirlo por música. Antes de llegar a mi mesa escuche que la sala de redacción se llenaba (que raro... pensé) Llegué a mi mesa.. encendí el ordenador... encendí la radio del despacho... (rutinas) y todo cambió. Recuerdo pasar frío. Recuerdo llevarme la mano a la boca y entrar mi compañera y jefa por la puerta y mirarme con cara triste y ojos que me decían "Jose, hoy no lo pasarás bien".
Recordaré toda mi vida esa mañana... nombres, datos, elaboración y búsqueda de documentación, más nombres... no paraban o eso me parecía a mí.... QUE PAREN!!! Los redactores entraban y salían de nuestro despacho con cafés en la mano tras escuchar unos minutos nuestra radio.... mails y más nombres.... cada vez con más información... procedencias, historias, vidas sesgadas.... Y entonces empezaron a llegar las fotos.... Dios como recuerdo ese momento.... Fotos e imágenes en video.... Yo por aquel entonces me encargaba en parte de mi jornada de la documentación de los brutos para los informativos de la televisión del medio.... Eran alrededor de las 11:30 y mi compañera me miró y me dijo "Jose, deja el ordenador y vamos a la rotativa para que veas como se imprime el periódico... nunca lo has visto y te gustará" recuerdo que todo el mundo dirigirse hacia la sala de la rotativa y lo recuerdo en silencio. Algunos redactores hablaban entre ellos, bajito, como sin querer romper el silencio de esa improvisada procesión. Conforme empezaron a salir los diarios impresos cogí uno y me quedé mirando la imagen de la portada. No pasé de ahí.
Al llegar a casa puse las noticias y me metí en la cocina... no tenía hambre y en una hora empezaba las clases. Recuerdo estar en clase esa tarde y no escuchar nada. Recuerdo mirar por la ventana y sentir vacío y escuchar el silencio. De esas veces en las que escuchas la nada... Luego vino la rabia, y el cabreo sustituyó al dolor... cabreo al escuchar palabras llenas de insensibilidad moral de personas con "poder".... Recuerdo como si fuera ayer sentir debilidad y pena.
Siempre maravillosa Iguazel.