Agujeros negros y escalopines de ternera ( El Periódico de Aragón - 01/03/2014 )
Nos engañan. Este es el gran descubrimiento de los últimos días. Nos lo avisó Mariano hace ya meses, "todo es falso, salvo alguna cosa", pero seguíamos viviendo como si el cuento no fuera con nosotras. Y las pelotas de goma no se dispararon y luego sí pero sólo la puntita. En este trozo de mundo hay gente a la que se le enerva la piel pidiendo explicaciones por un chiste y luego tienen callos para la sensibilidad que habla de fronteras, de mar y de muerte. Los del derecho a la vida no se manifiestan en Melilla, están ocupados cercando nuestros úteros. Debate sobre el estado de la función. Comienza el espectáculo. ¿Se puede separar espectá de culo? Despeja la X. Se abre el telón y aparece sobre el escenario el embuste. Abundan personas que se merecerían una enmienda a la totalidad. En lugar de gobernantes parecen herreros, tienen una protección férrea frente al error y la duda. El artificio es un huerto para sus certidumbres. Todo lo que no son sus ficciones es pasto de la radicalidad y la ignorancia. Se me ha puesto el cuerpo Gamonal. Certeza, dile a LA VERDAD que se meta con alguien de su tamaño. "Debería existir un simulador para preparar el momento de la decepción definitiva". Esto dice Sergi Pàmies en su libro Canciones de amor y de lluvia. Convendría poder someterse a simulacros para saber enfrentarse a los desengaños. Entrenarse y llegar desencantado ya de casa. El problema es que nos enseñan a crearnos verdades irrompibles y luego vivimos permanentemente frustrados al ir descubriendo las fisuras. Si se habita en la falsificación, lo hipócrita es salirse de la falacia. Coherencia impostora. "Tú dices tomate, yo digo rescate" como tituló la revista Time. Gobernar a lo Milli Vanilli. Y después el abismo. No me lo tengas en cuenta que esa mentira no es mía, me la han prestado. Los agujeros negros, esas misteriosas fuerzas del espacio que retienen en su campo gravitatorio cualquier partícula sin que pueda escapar, no existen. Lo acaba de saber Stephen Hawking que le tiene mirado a los agujeros negros hasta el corvejón. El científico sostiene ahora que el llamado horizonte de sucesos, la frontera invisible que atrapa en su interior cualquier tipo de elemento, incluso la luz, no es tal cosa. Se sustituye por una barrera llamada horizonte aparente y que mantiene secuestrada la materia sólo temporalmente. Cuando el agujero negro se cansa del fingimiento, libera esa materia a su libre albedrío. Es que no te puedes fiar ni de los agujeros negros. A mí me daba tranquilidad pensar que existían y que ahí es donde teníamos almacenadas cosas como los calcetines desparejados, Chema, el panadero de Barrio Sésamo, el milenarismo ebrio de Fernando Arrabal o el sentido del humor. Se nos desdibujan las líneas, ni futuro tenemos ya. No es casualidad que Hawking hable del horizonte aparente, que parece y no es. Camuflaje. De eso saben mucho las madres. ¿O es que a ti no te han hecho comer hígado diciéndote que era escalopín de ternera? Y si protestabas, ración doble.
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