La Transición, la mermelada y el perro ( El Periódico de Aragón - 29/03/2014 )
Al que no le guste esperar no podrá ser fotógrafo". Así comienza sus memorias Sebastião Salgado. Narra cómo consiguió acercarse a las tortugas gigantes de las Galápagos, sólo tuvo que convertirse en tortuga. No podía fotografiarlas sin que se alejaran así que se agachó, se puso a cuatro patas e imitó los movimientos de los animales. Tardó un día entero en acercarse a una tortuga y poder fotografiarla. Todo un día para demostrarle que la respetaba. Pienso esto cuando estoy viendo la exposición Bajo el puente de Judith Prat. Son unas fotografías molestas que nos enseñan cómo viven las personas que duermen en el mismo lugar que a Judith le sirve de título. Las imágenes nos muestran escenas de su vida cotidiana como asearse, comer, dormir o relacionarse. Y he dicho su y no la porque lo cotidiano es igual pero se vive distinto cuando al puente se le añade un su que lo acote. Qué puñetero es el lenguaje que hace que un pronombre posesivo sirva para cercar la nada. Las imágenes son sensibles y afiladas, te atrapan la mirada y luego te dan un puñetazo para recordarte las vergüenzas que permitimos que existan si no nos manchan el relato de lo que está sucediendo. Nadie mira a cámara porque Judith hizo como SebastiÒo, acercarse para que no se note que estás y entonces poder contarlo. Casi siempre el interés reside en hacer notar que se está y luego ya se inventa la historia que toque. Estos días he escuchado tantos "yo estaba allí" que mi cuerpo ha desarrollado intolerancia, como la que tengo a la lactosa, al te lo dije, a los perfumes densos y a la expresión huelga decir. Ha habido tal furor con los que asistieron al nacimiento de la democracia y la transición que si el "yo estaba allí" fuera así en todos los casos, el allí sería enorme. Pero es que nos gusta sentir que estamos en el momento en el que algo ocurre. Escribe en Google "sorpresa, sorpresa, Ricky Martin, mermelada, perro" y te vendrá el regusto de cómo para sentirse especial no hay más que inventarse el recuerdo. Yo tuve conversaciones con gente que me juraba que había visto lo que en realidad no había sucedido. Lo de que la verdad no te estropee una buena fotografía. Toca hablar de una figura histórica y hacerlo sin fisuras que revelen fallas y sin grietas que se rebelen. Entre todos esos que estuvieron en ese allí gigante, mirando como Transi llegaba al mundo, no existe la duda ni se cuestiona que lo auténtico no puede ser replicado sin modificarse. Uno, grande y libre, libre de libro de texto, ese es el relato de la historia. Yo transito mucho, voy andando a los sitios como homenaje a la Transición. Y cuando llego me sofoco tanto que cogería nuestra democracia y la rompería en pedazos para hacerme abanicos. La discrepancia es como la sal, mucha nos mata pero sin ella todo es incomible. "Si el bien común debe inventarse cuentos de hadas no es bueno para nadie", dice Rust en un capítulo de True detective. El retrato y la construcción del relato. Periodismo o literatura, si todavía hay diferencias.
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