sábado, 10 de mayo de 2014

El entierro de E.T. y el orden cósmico.

El entierro de E.T. y el orden cósmico ( El Periódico de Aragón - 10/05/2014 )


Están las cosas importantes y la agenda mediática y luego las miradas de soslayo. Quedarse en los detalles para no enloquecer y hacerse una casa en los márgenes del relato para no morir de asfixia. Yo he encontrado oxígeno en una noticia: se ha descubierto el lugar en el que fueron enterradas miles de copias del que se considera el peor vídeojuego de la historia, E.T. el Extraterrestre. En 1982 se estrenó la película de este marciano que revolucionó las salas de cine y colonizó para siempre nuestros imaginarios. La industria del videojuego quiso aprovechar el tirón mediático de E.T. y Atari pagó una millonada por hacerse con los derechos. Tenía que sacar el videojuego en un mes para que no se diluyera el magnetismo del extraterrestre y asegurarse la comercialización.

ASÍ FUE y el videojuego se recibió al principio con entusiasmo y miles de ventas. Pero pronto empezaron las críticas de los usuarios y la devolución de ejemplares. Atari no había tenido tiempo de probar el juego y las prisas hicieron que el resultado fuera de muy baja calidad. Su gran apuesta fracasó y agravó una crisis que acabó con la empresa. Antes de desaparecer, la compañía quiso deshacerse de todos los cartuchos. Se especuló sobre lo que se había hecho con las miles de copias. La leyenda más extendida decía que estaban enterrados pero no se sabía el lugar. Hasta ahora. Un documental ha querido contar esta historia y ha dado con la localización de la tumba de E.T. Los videojuegos estaban bajo el suelo del desierto de Nuevo México. El mundo se muere y yo me quedo mirando cómo se exhuma el cadáver de un videojuego. Pero es que esta trama se me ha quedado haciendo punto de cruz con mis conexiones neuronales. Creo que con el videojuego no sólo se enterraron reproducciones de plástico sino también la posibilidad del fracaso. La sepultura de E.T. era también la de la inocencia. El capitalismo no permite que se puedan enseñar los fracasos, por eso se entierran. Además es que aquello de teléfono y mi casa que decía E.T. no iba en sintonía con los tiempos en los que es más fácil que te desahucien a que puedas dar de baja la línea telefónica. El personaje de Walter White en la serie Breaking Bad utiliza el mismo desierto de Nuevo México para enterrar bidones llenos de dinero. Dinero que gana al traficar con droga. Droga que, inicialmente, cocina y vende para pagar el tratamiento contra el cáncer que su seguro médico no cubre. Dos hechos, uno real y otro ficticio, que se unen en un mismo sitio. Y en uno y otro, la vida. Entre los videojuegos de E.T. y los bidones de dinero de Breaking Bad hay algo, treinta años de escombros. Y debajo de ellos la inocencia, la posibilidad de fracasar, los derechos, la igualdad de oportunidades, los servicios públicos, la dignidad y las madalenas que se revuelven si son llamadas cupcakes. Todo eso ha sepultado el capitalismo. Juan Colomo dice en su canción El nuevo orden cósmico que "el porvenir y el explotar están en la misma ecuación". Despeja la X si te atreves.

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