Arrancarnos hasta los dientes ( El Periódico de Aragón - 16/03/2013 )
Coger el grito, secuestrarlo, ponerle un bozal y acampar en medio de la vida silenciada. Nos cierran las bibliotecas porque son espacios para el silencio. Sin ruidos por fuera, nos escuchamos por dentro. Cavilar es subversivo. La información se dispara como soflamas y lo ocupa todo. Se entretienen con nosotros como si fuéramos palomas a las que tirarles migas de pan. Y nos tienen ahí, pendientes, esperando algo que comer. No nos dan tregua para no dejarnos pensar. Invaden todos nuestros momentos. Cruje la actualidad en cada instante y con cada bocado se ablanda lo anterior ¿Te acuerdas de que antes los domingos no vendían pan? El del sábado te servía para el día siguiente. Ahora no, el pan no dura, y el que no se come, se tira. Es un pan que nace cansado, como las noticias, los análisis y las teorías. Sus intereses informativos hacen de cerco de lo que podemos pensar. Vivimos plasmados, delante de una pantalla que tiene al poder protegido sin que se nos permita hacerle preguntas. Las luchas de barro se llevan a los platós de prime time y se nos enseña la política de cartón pluma. Cada grito suyo es un intento más de embadurnarnos con resignación, esa vaselina con la que tragamos sus mentiras. Las coartadas falsas vocean desde sus escondites que la verdad se hace insostenible. Los susurros se han pasado de moda. Recuérdame que en nuestra revolución, hagamos informativos con las notas al margen y las miradas de soslayo.
No habitamos en las entretelas, acolchadas e impermeables. Nos llueve incluso dentro. Y flotando, una sensación, la de que lo que hacemos no es más que escribir nuestros poemas en su papel higiénico, que no lo leerán sino que se lo pasarán por el culo. Y el temor de que, si no rompemos la cuerda, al final de la madeja sólo encontremos el abismo. Y luego nada. Espero que seamos capaces de convertir la energía radiante en sustancia antes de que sea demasiado tarde.
La troika no come sardinas en lata. Las sardinas es cosa de pobres. Como las legumbres. Los gases deben de ser cosa de pobres. Quitamos ayudas y damos lotes, para que el pobre se identifique como pobre al ir a buscar su comida. Cercenamos los servicios sociales y volvemos a la caridad. No vomites, que no nos lo podemos permitir. Paramos un momento, y en la parada cogemos aire. El Tribunal de Justicia europeo considera ilegal y abusiva la ley hipotecaria española. El fallo podrá aplicarse desde ahora en los procesos de desahucios. El mundo sigue roto pero permitámonos sentir alegría. Aún podemos sonreír mientras ponemos trapos viejos en las rendijas por las que se cuela el frío, porque el frío todavía no lo ha ocupado todo. Respira.
Leo que un dentista es detenido por arrancar el puente a una paciente que se había negado a pagar más dinero del presupuestado. Esa imagen es la del capitalismo, ese monstruo capaz de arrancarnos hasta los dientes si no le damos de comer. Sujétate las ideas que te sales de la línea roja. Démosles más noticias con las que ocupar toda su atención. A otra cosa.
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