Un año ( El Periódico de Aragón - 17/09/2016 )
Hace justo un año de ti, también hace justo un año que yo soy distinta. Antes de ti, los cambios no alteraban el equilibrio. Me cortaba el pelo, me compraba ropa y muebles, aprendía algo nuevo, me aficionaba a una serie, descubría un autor o un plato desconocido. La vida muta aunque no te muevas del sitio. Pero contigo ha sido diferente. Tú me has colocado en otro lugar y has alterado la colocación de las cosas. Las físicas y las otras. Antes de que llegaras, por ejemplo, ya preparamos tu espacio haciendo desaparecer un estudio para crear tu cuarto. Solía tener las dudas esparcidas por toda la casa. Ahora lo que hay son juguetes y todo aquello que agarras de cualquier parte para abandonarlo en algún lugar del suelo. Los miedos y las ilusiones también son diferentes, por ejemplo. Hace justo un año de nosotras. No tocaba conocernos, era pronto. Nos habían amenazado con provocarnos el parto, y parece que no estabas dispuesta a que un extraño te dijera en qué momento tenías que salir. El día antes de parir, de parirte, me fui al cine. Estaba incómoda, me molestaba el cuerpo, pero creía que era por el volumen de la tripa. No sentí que fueras a llegar de forma inmediata. Me hice una fotografía. Tu abuela me dijo que en esa foto me había visto la cara rara. Dos días antes de tenerte, tu padre me fotografió como llevaba haciendo desde el principio del embarazo, para ver cómo iba cambiando mi cuerpo contigo dentro. Ese último día no pudo repetir la foto porque se estropeó la batería de la cámara al realizar el primer disparo. Llegaste antes de comprar otra batería. Rompí aguas por la mañana. Pensaba que se me estaba escapando un poco el pis, aunque no se me había escapado en todo el embarazo. Bueno, sí, al estornudar, sí, un poco. Agradecí tener un sistema público de sanidad como el que tenemos. Pese a todo. Naciste por la noche. Tuve muy buen parto. Podría volver a contar los detalles una y otra vez. Los escribí en un texto para que te los guardaras. Te he ido escribiendo muchos ratos de este primer año. Desde que sólo eras un vientre abultado y unas ganas irrefrenables de comer pepinillos rellenos de atún. Había una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos. Tu llanto y la leche saliendo de mi pecho. Tus primeras veces. El día en el que te descubriste las manos. Cuando dijiste mamá por primera vez. Mis dolores de espalda por tenerte tanto en brazos. El gateo. El día en el que te descubrí un diente. He escrito para guardar en conserva tus momentos. Te voy tejiendo palabras porque no sé hacer manualidades. Y el escribirte se me escapa de los dedos desparramándose como todos tus juguetes por casa. Tenía que hacer una columna de opinión, pero me aburre comentar la actualidad de este comienzo de curso más gastado que nunca, donde parece que la vida está parada mientras para mí, es mi primer septiembre distinto, el más vivo. Es el primero contigo. Como para no dedicarte el artículo.
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