El movimiento de la tribu ( El Periódico de Aragón - 16/04/2016 )
Mi hija ha aprendido a hacer la croqueta. Tenemos una colchoneta de juegos en el salón donde la echamos y ella se entretiene allí algunos ratos. El otro día la dejé en su colchoneta y me fui a la cocina un momento. Cuando volví, Carmela estaba en medio del salón, debajo de la mesa de centro y a un metro de su manta. La miré y sonrió divertida. La volví a poner en su colchoneta y me quedé a ver cómo conseguía desplazarse. Empezó a avanzar dando vueltas sobre sí misma. Boca arriba y boca abajo. Se reía cada vez que conseguía darse la vuelta, como orgullosa y feliz de haberlo conseguido. Ahora que se mueve, se lo pasa mucho mejor que cuando estaba quieta. Se toca la oreja, se agarra el pelo. Tiene sueño. Empezará a llorar en tres, dos, uno. Bingo. No sé por qué llora cuando tiene sueño. Quizá le parece que el mundo se va a acabar y le entra el disgusto. Todavía no ha aprendido a dejarse dormir sin levantarse en armas. Y tampoco sabe hacerlo sola. Necesita unos brazos que la acunen. Busca el hueco, mete la cara en el espacio que queda entre mi pecho y mi brazo, con su mano me toca la cara. Solloza cada vez con menos volumen. Se remueve si la dejo de mover. La zarandeo hasta que por fin cierra los ojos y se duerme. "Hay una teoría antropológica que explica por qué el movimiento calma a los bebés. La quietud les angustia. El balanceo indica que la tribu se mueve. Si se para, queda a merced de los depredadores". Es el nuevo libro de mi compañero Sergio del Molino, La España vacía. Viaje por un país que nunca fue. Tengo la suerte de ser amiga de uno de mis escritores favoritos. El libro es maravilloso en todas sus páginas y la frase que cito no es la más representativa de lo que ahí se cuenta. Leo el libro con una mano mientras zarandeo a mi hija con la otra. Se tranquiliza con el balanceo que le da protección y la lleva al sueño. La maternidad es movimiento porque la vida también lo es. Si no nos movemos, estamos a merced de los depredadores.
Dos madres vascas recogen dos mil mochilas portabebés para enviar a los refugiados sirios. Quieren que las madres y padres puedan llevar a sus hijos encima y poder tener las manos libres para portear sus enseres. Para que salgan de la nada aunque no tengan un dónde que les acoja. ¿Cuál es el plan? ¿Trasladar a los refugiados de campo en campo, de encierro en encierro, hasta que se mueran? Marchar tiene siete acepciones. La primera es irse o partir de un lugar y la última es morir. Entre una y otra, varias posibilidades de moverse. Fíjate que los que mandan en la tribu sólo quieren dejarles quietos en vidas varadas. Hay depredadores que se llaman país. Una bandera no construye una casa. No puedes hablar de los refugiados en todos los artículos, ¿es que hay otro tema? Sigo con la lectura del libro de Sergio. Patrias imaginarias que se levantan "sobre silencios, carraspeos y álbumes de familia. Más que una patria es un aire". Carmela se despierta.
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