Llamamos innovación a discurrir un material antiadherente que no permite que se nos peguen las cosas. Nada nos mancha y tenemos una vida teflón, como las sartenes. La superficie de la política debería ser de velcro, y que los desmanes se quedaran enganchados como recuerdo constante de lo que astilla la confianza. Podríamos tener un cuerpo con un alto cociente de rozamiento y que las cosas no nos pasaran sino que se nos quedaran encima. Estúpidos tupidos velos del poder que acumulan miserias sin enjuagarse la boca. Sucios. Un directivo de un poderosísimo grupo empresarial tiene carné de falangista. Lo jodido hubiera sido que el tipo fuera comunista, claro. Pero da igual, sale con su traje de corte inglés disfrazando su aroma fascistoide y a seguir con los negocios que van divinamente, aunque a la firma se le estén muriendo los clientes. Porque eso que lleva en la cabeza y que parece gomina es teflón, y le resbala la vida de las que pensamos que los afectos no se pueden tratar como si fueran matemáticas.
Si una es torpe para hacer agujeros, es muy difícil que logre poner cortinas, ni siquiera de las de humo. Así no se pueden tapar nuestros reparos. Esa es la cosa, que las que no tenemos poder, tampoco tenemos kilo y medio de indecencias a las que les crecen nuevos brotes y capullos. Como mucho lo que escondemos son algunas bragas que evitamos ponernos para ir al médico. "Nos están obligando a pagar por el cuidado y mantenimiento de nuestra entrepierna como si se tratara de un jardín de la comunidad. Es un impuesto oculto. El IVA del coño. Es un dinero que deberíamos gastarnos en la factura de la electricidad, en queso y en boinas. En vez de eso, lo estamos gastando en hacer que nuestros chihuahuas parezcan una repulsiva pechuga de pollo del Lidl. Malditas seáis, costumbres-pornográficas-que-habéis-conseguido-meteros-en-mis-bragas. ¡Malditas seáis!" Esto lo dice Caitlin Moran en el libro "Cómo ser mujer". Salgo del libro y me encuentro con la teta del Primark. A una mujer la expulsan de una de las tiendas de la compañía por amamantar allí a su hijo. ¡Es una teta, carajo! Ya ves, el poder ve falta de pudor en dar de comer a nuestros hijos. "Uno de cada tres quiere tocarte. Déjate". Este es el eslogan de una campaña publicitaria que Loterías ha tenido que retirar por sexista. Qué sibilina violencia soportamos para que no se advierta el machismo sino es porque alguien te lo señala con el dedo.
El Nobel de la paz pulsa el botón de la guerra que para eso inventamos el mando a distancia, así se puede matar sin embadurnarnos las manos. El "I have a dream" de Martin Luther King tiene copyright y por eso no tenemos ni derecho a soñar. A mí que me curen las heridas con berberechos.
Los abusos del poder político y económico llevan aislante mientras nosotras pleiteamos en la parada del autobús a ver quién tiene la desgracia más grande. Pues una cosica os digo poderosos, el teflón es contaminante. Que ese revestimiento impermeable y antiadherente vuestro os aguarde.
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