Células de posición y centinelas ( El Periódico de Aragón - 11/10/2014 )
Sabemos dónde estamos y somos capaces de encontrar el camino de un sitio a otro. Tenemos un GPS interno. Nuestro cerebro crea un atlas del espacio que nos rodea y podemos navegar a través de un entorno complejo. Tenemos unas células de posicionamiento que son como los avisos de los planos. Un usted está aquí de los adentros. Nuestro cuerpo se geolocaliza sin satélites. También tenemos unas células cuadrícula que generan un sistema de coordenadas para permitirnos la búsqueda de caminos. Yo con las cuadrículas hacía crucigramas, quizás por eso no me oriento y cometo errores en mis desplazamientos. Llegamos a los lugares almacenando información para cosernos un mapa. El Nobel de Medicina de este año es para tres personas que han investigado estas células que constituyen un sistema de posicionamiento en el cerebro. Ubicarnos y saber marchar para que no perdamos la cabeza. Tenemos tierra suficiente para muchos lugares pero a ras de suelo no se ve nuestro puesto. Todo es confuso si no levantamos la vista. Pero mirar marea y hace mucho calor en octubre. Mi padre me dice que el porcentaje de honradez en este país es 4,65. Cuatro personas de ochenta y seis. Las cuatro que no utilizaron una de esas tarjetas frente a las ochenta y seis que dispusieron del dinero como si estuvieran empapelando con billetes su poca vergüenza. Extensa y árida. No se puede ir a ninguna parte si los que mandan nos saquean los pasos. Perderemos el norte si nos dirigen brújulas con la flecha señalando su ombligo. La presidenta del Círculo de Empresarios dice que no quiere contratar a una mujer en edad fértil porque embarazarse es un problema. Es mucho mejor una huelga de úteros y que las mujeres no fabriquemos empleados para esa señora y para todos los de su especie. ¿Cómo hemos dejado que se atrofiaran tanto las cartografías que se nos dibuja? Yo me hago mi itinerario con la distancia que me separa de ciertas opiniones. Tenemos células de posición y de cuadrícula pero no sé si nos hemos quedado sin neuronas centinelas. Las que nos podían avisar de que el mal estaba cerca y teníamos que avanzar redirigiendo la ruta. Ahora el mal está en todas partes y nos movemos torpes, sin saber dónde podremos coger la última bocanada de aire. Y los sensores no saltan y los virus se nos cuelan por las rendijas gruesas de los recortes. En la mili que hizo mi abuelo muchos de los centinelas que se quedaban guardando la frontera acababan huyendo. Es muy complicado estar alerta si se nos escapan los sistemas de alarma. No se vigila la entrada desde lo más profundo del cuarto oscuro. Localizarnos y saber llegar. Ahora se hacen más cesáreas que nunca porque nos resistimos a nacer. Desde un tranvía lleno de peñistas es muy complicado sentirse de alguna parte y pensar que te sabrás situar. Mis células callejeras están fuera de cobertura. Devolvedme mi ciudad, pilares. La próxima vez que nos quiera invadir Francia, dejadle que pase.
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