Vida tos y la baba de caracol ( El Periódico de Aragón - 21/06/2014 )
Toser es como hablar en código morse, me digo para que este resfriado tenga algo de poético. Escribo esto mientras las calles están decoradas para que se note que la igualdad es que todas estemos de acuerdo en aplaudir que unos sean los que hacen el paseillo. Siempre miro a las cheerleaders con curiosidad antropológica. Yo no he estudiado ningún curso de vítores. Ondea la banderola que estamos a tiro de cámara. ¿Regalaban souvenirs al comprar chorizo? La monarquía es como una de esas toses que se te agarran al pecho y te vuelven la voz cansada. Mientras tanto a lo que soñamos le está saliendo carcoma. Menos mal que la selección se ha portado y yo me he podido sentir futbolísticamente patriota. Cuánto más durara el Mundial, más días tenían para metérnosla doblada en el BOE. Les hemos dejado sin goles con los que tapar más golpes a la ciudadanía. La Roja es más roja que nunca. Como los socialistas y su alma republicana que guardan en un cofre del que tiraron la llave al mar y no hay secretario general que sepa bucear. Qué turbias se tienen las aguas cuando para avanzar vas soltando principios. El barro del poder se forma con las cesiones que se te desprenden de la piel. A mí me gustaría saber dónde se agarran las creencias cuando te sujetas a algo con más disculpas que motivos. Si lo que te ampara no da cobijo a lo que piensas, ¿por qué seguir bajo lo que te mancha? Cesiones y creencias. Criar y crear. En España somos criaturas, seres necesitados de crianza y en Francia seríamos créatures, seres creados. En ningún sitio se nos llama creeturas y sin embargo sí que somos seres necesitados de creencias. Lo que pasa es que luego votamos, porque es nuestra manera de comernos la casquería cocinada con lo que nos tragamos. La persona más fuerte es la que consigue aguantar más rato la respiración. Así se eligen a los líderes. A ver quién tiene más grande la renuncia. Pasa el tiempo pero, ¿por dónde pasa? Esperando a la monarquía no estaban ni los minutos, había más policías que personas. Quizás es el momento para creer en algo. Puede que de tanto toser al sistema le salgan esputos. "O bien, la baba del caracol: la traza brillante, sendas luminosas dejadas por un ser pequeño, insignificante. Trazas de luz sobre la piel. Superficie estriada. No surcos, no hendiduras, ni púas ni heridas, sino trazas, vías, accesos para el acontecer". Esto dice Chantal Maillard en su libro La baba del caracol. Hemos crecido dentro de la concha, la construíamos al mismo tiempo que nos construíamos a nosotras mismas. Como los caracoles. Por eso nuestro refugio es tramposo, porque estamos ya dentro del sistema. Pero resulta que tenemos una baba mocosa con propiedades revitalizantes. Son nuestros cuerpos. A veces cuesta escoger las palabras con las que traspasar los cercos. El corte de mangas es mucho más silencioso que el aplauso. Tienen tantas certezas que ya no ven nuestras dudas. Suelta flemas para ver si abrimos los accesos de lo próximo que queremos que venga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario