Ya no se puede tender en las fachadas. Antes se decía que los trapos sucios se lavaban en casa pero se tendían a la vista de la población. Ahora no, que las bragas tendidas no hacen bonito a nuestras ciudades marca. El mundo tiene vergüenzas como para que se nos caigan los palos del sombrajo pero lo que molesta es la ropa en las ventanas. Que no parezca que habitamos los lugares. Guardar las formas. El banco se queda con tu casa y tienes que dormir en el cajero, qué falta de pudor. ¿Por qué la gente de bien tiene que ver tu miseria al ir a sacar dinero? En Brasil aprovechan el foco para gritar sí al deporte y no a la especulación. Ya ves, salir a la calle para rebelarse contra la corrupción, qué falta de recato.
Menos mal que aquí no somos allí y nos sabemos comportar. Si protestamos ponemos en peligro el poder conseguir los juegos olímpicos y olé. ¿Te puedes creer que hay gente que quiere boicotearlos? Son bárbaros. Piensan que estos eventos suponen grandes dispendios y eso parece que no está bien visto cuando que si el paro, que si la sanidad, que si la educación pública...Tontadas. Aquí somos especialistas en lo insostenible. Que nos dejen tranquilos con nuestro modelo cuñado, el de ver cómo consigo robarte y que parezca que te hago un favor. Yo de mayor quiero ser honesta al estilo yernísimo o tesorerísimo. Que una es honrada pero tampoco es de piedra. Ojo con lo que dices de mí que te hago un Snowden y te desfilacho en prime timetodos tus secretos. Mira a Europa, toda escandalizada porque se ha desvelado que la CIA les investigaba. A mí lo que me sorprende es que nuestros gobernantes hayan vivido pensando que a lo que se dedicaban los espías americanos era a hacer calceta.
De nuevo el pudor y la pose, el saber pero sin que se sepa o el hacer pero sin que se note. El Dioni la pifió por eso, por la falta de recato. Con implantes de pelo en lugar de pelucas de mercadillo y trajes gürtel en lugar de camisas hawaianas, ahora sería presidente del Fondo Monetario Internacional. Esconder y esconderse no es lo mismo. Como no es lo mismo remojarse que ducharse. El bidé es la España de la moralidad con doble fondo. Da vergüenza que nos vean suciedad, pero no nos importa estar sucias. Cada vez estoy más convencida de que la culpa de la corrupción es del bidé. La costumbre de quedarse en la superficie. Lo que no se lava, huele. ¡Coño ya con el disimulo! Qué empeño el del poder en tapar chabolas. Qué manía con que no se vean nuestras penurias si les estropean los titulares. Qué artificios tan sibilinos para que la culpabilidad no esté al lado del delito. Qué pena, oye, tener un DNI con más de dos cifras. No veas cosas raras, malvada. Mi abuela se sigue guardando los moqueros en el sujetador. Por si le sorprende el disgusto, tener a mano el consuelo. Lo personal es también político. Esto es lo que quería decir. A ver si tenemos que avergonzarnos de utilizar bragas limpias.
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