sábado, 19 de enero de 2013

CualquierCosario

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20 tipos de papel para limpiarnos el culo


La sinrazón del capitalismo es cotidiana, sólo hace falta ir a un supermercado. Es un tablero de un juego de estrategia sin zonas francas. Los alimentos de primera necesidad están dispersos por todo el establecimiento para que no dejes nada sin recorrer. En las estanterías, los productos básicos donde cueste más cogerlos. Los espacios más visibles están reservados para provocar la compra de productos sobre los que el supermercado tiene mayor margen de beneficios. Los precios terminados en 5,7 y 9 atraen más al consumidor. Los carritos se desvían hacia la izquierda, lo que hace que los sujetemos con la mano de ese lado y así la derecha queda libre para alcanzar cómodamente los productos. Y luego la jungla con todas las miles de referencias para que consumas, como un parque Disney de diario para ricos. Quizás lo único bueno de la precariedad es que te hace menos vulnerable al merchandising. Eso si todavía tienes la suerte de ser de los pobres menos pobres que pueden entrar a un supermercado aunque sólo sea a comprar lo básico y no eres de los que esperan fuera a recoger lo sobrante. Que gracioso que el mercado se llame libre cuando todos sus intentos son de esclavizarnos.
Vinagre de vino de toda la vida. Qué ordinariez. Lo que mola ahora es tener un vinagre para cada ocasión, de Jerez Pedro Ximénez, de Módena, a las finas hierbas, al ajo, de sidra, de Albariño al limón, de frambuesa, de manzana ecológica, de vino con estragón...y luego las cremas de vinagre. El aceite de oliva es una cutrez si no es al aroma de la trufa negra y viene en un bote de spray. Decenas de productos de soja: aliños para ensaladas, queso, leche, galletas, pasta, bebidas, panes, cereales, postres, yogures... Es lo que tiene que Estados Unidos tuviera excedente de este producto y nos lo consiguiera encasquetar como saludable. Ya podíamos hacer lo mismo nosotros con el mejillón cebra o el caracol manzana, por ejemplo. Yo hasta que no saquen las barritas dietéticas sabor morcilla no hago dieta. Emprendedores, ahí tenéis una idea de negocio. Comprar la lechuga entera es una cosa demodé. Nada que ver con esas bolsas de ensalada preparada. Se les dice preparada porque están preparadas para ponerse mustias nada más entrar en tu casa. Y cómo vivir sin las bayas de Goji. Es indispensable tener 63 tipos de leche y 304 clases de yogures. Cientos de tipos de platos congelados y tantas clases de galletas que podríamos estar comiendo todos los días una distinta.
Podemos comprar desodorante de limones del Caribe, gel puras caricias con Karité y vainilla, mayonesa hecha con huevos de gallinas camperas, espaguetis de varios tipos de largura y grosor, sal líquida ligera en sodio con aroma natural de pepino, trufa, ajo o light, envases de caldo con la cara de Bertín Osborne, o queso blanco con piña. Miles de productos. Y seguirán inventando otros porque la lógica del consumo es siempre más, nunca menos.
Menuda tontada eso del decrecimiento. Con lo necesario que es tener veinte tipos de papel para limpiarte el culo.

sábado, 5 de enero de 2013

Que no nos canse la mortadela

Que no nos canse la mortadela ( El Periódico de Aragón - 05/01/2013 )


Que tengamos capacidad de imaginar otros mundos mejores y energía para luchar y conquistarlos. Que nos cuidemos. Que no nos toquen las narices. Que haya muchas croquetas. Que si pisamos una mierda, sea para dejar huella. Que incomodemos. Que no nos acomodemos. Que dudemos. Que aprendamos a dibujar la perspectiva. Que haya cosas que nos sorprendan. Y salud y trabajo. Que todas las bocas tengan algo que comer. Que los recuerdos nunca fallen. Que no se nos estropee ningún electrodoméstico. Que los abrazos nos sirvan de escafandra para poder seguir respirando en un mundo que se ahoga. Que todas las personas tengamos derechos sociales. Que la sanidad y la educación sean de todas y para todas las personas. Que no se nos trastoque la percepción de las cosas. Que el Cthulu de Lovecraft finalmente se coma a Paulo Coelho. Que podamos tener un hijo. Que podamos elegir no tenerlo. Que haya igualdad. Que haya mucho sexo. Que no haya sexo que no se desee. Que me llames. Que nos llamemos. Que no se nos olviden nuestros nombres. Que hablemos. Que desaparezca lo feo. Escribir más. Escribir eso. Disfrutar de las cosas pequeñas. Trazar mapas (independientemente de la escala). Ir más en bicicleta. Que no estés triste. Que podamos leer más. Que seamos fuertes y peligrosas, que nos tengan miedo, que rompamos cosas y hagamos otras nuevas. Que no me tome demasiado en serio. Que la clase media tome conciencia de que solo fue proletariado que vendió su conciencia de clase por un plasma de cuarenta y dos pulgadas. Que no engordemos ni adelgacemos para no tener que cambiar de talla. Que no nos echen de casa. Que nos encontremos al genio de la lámpara y no necesitemos pedirle deseos. Que tengamos suficientes ideas como argamasa de lo que dibujamos juntas. Que en esos momentos en los que se nos cruza algo, aprovechemos la intersección para encontrarnos. Que nos muramos de risa. Que sepamos llevar los duelos. Que no tengamos miedo. Que no gastemos palabras por no usarlas. Que inventemos las que nos acojan. Que nos dejen tranquilas. Que seamos libres. Que el cinismo nos proteja pero que no nos haga costra para que nos siga calando lo sensible. Que no nos abandonemos. Que no se estrangule la democracia para meterla en una rendija de una urna. Que Rajoy dimita. Que dimita el sistema. Que haga crac. Que compartir sea algo más que un botón en una red social. Que no cierren las bibliotecas. Que tengamos buenos melocotones en Calanda. Que desobedezcamos. Que no nos resignemos. Que remendemos nuestros rotos a besos. Que no se agoten las canciones. Que los libros nos abriguen. Que no duelan los lugares. Que miremos. Que no nos ganen los dineros. Que tengamos muchas primeras veces. Que nos vistamos de caricias. Que las armas pierdan la erre. Que no nos canse la mortadela.
Nota: Todo este texto está formado por palabras que nos hemos dedicado estos días. Algunas son de gente que me las ha dirigido al pedir sus deseos para ponerlos aquí. Otras están cazadas al vuelo. Otras son mías. No importa quien desea qué, sino que todos son deseos nuestros.